¿Quién se ha llevado mi dinero?

Javier Morales Ortiz. Subdirector de Daphnia.

¿Quién se ha llevado mi queso? No sé si recuerdan o han leído este librito que fue un best-seller hace unos años.

Aeropuertos sin pasajeros, estaciones de ave fantasma. La idolatría por las infraestructuras, el desarrollismo como motor económico, origen no sólo del deterioro ambiental y territorial del país, sino también de la corrupción y el nepotismo.

¿Quién se ha llevado mi queso? No sé si recuerdan o han leído este librito que fue un best-seller hace unos años. Pensado sobre todo para las escuelas de negocio y el éxito empresarial y convertido después en uno más de tantos libros de autoayuda sobre la superación personal y la adaptación al cambio, cuenta la historia de dos ratoncillos liliputienses que deben enfrentarse a la desaparición (ellos creen que repentina, aunque no es así) de su queso y de las distintas actitudes a la hora de encontrar nuevo alimento. Uno de los ratoncillos se limitará a maldecir el cambio mientras el otro intentará adaptarse a él y sacarle partido.

La lectura de este dossier de Daphnia me ha traído a la memoria el librito. Una enorme rata se ha comido nuestro queso y ahora quiere devorarnos también. A diferencia del libro, muchos nos habíamos dado cuenta del robo, pero aún así la rata nos comerá igual. Podemos adaptarnos al cambio que nos propone la rata, aunque el destino será el mismo. A no ser que hagamos algo para cazarla nosotros antes.

Durante los años de "bonanza" económica hemos asistido al despilfarro de recursos públicos, los mismos que ahora, en época de crisis, se emplean para salvar a las entidades financieras o a otorgar indemnizaciones astronómicas a los próceres que nos han situado en la diana de los mercados. Un dinero que procede del esfuerzo de miles de trabajadores y asalariados, los únicos que pagan en este país, donde el dinero negro es tan profundo como un pozo petrolífero.

Y lo peor es que esta fiesta privada -pagada por los de siempre- continúa y no parece que vayamos a hacer nada para cerrar el chiringuito. De cómo cerrar el chiringuito nos hablan los autores que colaboran en este dossier.

Manuel Garí echa las cuentas a la energía, sobre todo a la nuclear, que no es limpia ni barata como nos quieren hacer creer algunos grupos de presión. "Con la ideología hemos topado, no con las cuentas", ironiza este economista y director del Área de Medio Ambiente de ISTAS.

Sin abandonar la energía, Eduardo Gutiérrez, economista del Gabinete Interfederal de Estudios de CCOO, habla claramente de latrocinio legalizado de las grandes empresas eléctricas por una remuneración abusiva -de nuevo, pagada por los ciudadanos-, tasada y que deslegitima cualquier acusación demagógica contra las subvenciones a las renovables. Gutiérrez, además, consigue explicarnos lo inexplicable: cómo se fija la tarifa eléctrica.

Las carreteras nos traen la pobreza, nos recuerda Pau Noy, ingeniero y experto en movilidad sostenible. Ya sabemos que España está a la cabeza en cuanto a kilómetros de vía por habitante y no en vano es el país europeo con más dependencia energética (el 88%). Aeropuertos sin pasajeros, estaciones de ave fantasma. La idolatría por las infraestructuras, el desarrollismo como motor económico, que no ha perdido vigencia en España desde Laureano López Rodó, en los años sesenta, sin que en la democracia se haya variado ni un ápice esta política, origen no sólo del deterioro ambiental y territorial del país, sino también de la corrupción y el nepotismo. Sin demasiada esperanza, Ricard Riol, presidente de Promoción del Transporte Público (PTP), propone al próximo ministro de Fomento diez medidas para racionalizar la movilidad en España y orientarla hacia la sostenibilidad ambiental y social. Un dossier que remata el responsable de Medio Ambiente de CCOO-Aragón, Luis Clarimón, con una narración fantasmagórica de los desmanes acaecidos en su comunidad, un cuento distinto al del queso y con un final no tan feliz.

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