Empresarios insensatos, empresas que contaminan

Una fábrica que contamina, está mal diseñada». Estas palabras deben resonar en la cabeza del empresario Josep Puigneró que ingresó en prisión el jueves 17 de abril para cumplir condena por delito ecológico. Los que crean que los ecologistas festejaron su triunfo, están equivocados. Bien es verdad que por primera vez la impunidad no se ha convertido en la ley del más fuerte, no deja de ser una victoria pírrica, un triunfo obtenido con más daño del vencedor que del vencido.

En primer lugar porque el daño ecológico es difícilmente reparable. En segundo porque la aplicación de una ley es el resultado de la vulneración de otra, en este caso la de la veneración y el respeto por la vida y el patrimonio natural. Los ecologistas no son partidarios de aquella sentencia que afirma que «quien contamina paga». Este es un mal menor. De lo que se trata es de no contaminar. La misma semana en que Pepet era encarcelado un seminario discutió la producción limpia en el foro de la Primavera del Disseny de Barcelona. Mientras los ecologistas y estudiantes de diseño discutían sobre producción limpia, empresarios, periodistas y sindicalistas estaban pendientes del ingreso de Pepet en prisión para cumplir su condena de cuatro años por delito ecológico.

En realidad, prevenir el daño mediante la innovación exige encontrar alternativas factibles que están en nuestras manos. Todo depende de librarse de una concepción caduca que cree que para evitar la contaminación del entorno se trata únicamente de incorporar filtros y depuradoras a un proceso de producción sucio. Este criterio no solo menosprecia la salud de los trabajadores y técnicos que están en contacto con las substancias tóxicas sino que además cree que el problema está al final de la tubería. Las tecnologías apropiadas existen o reclaman su eclosión. En todo caso, los intereses creados y las inercias continúan siendo el principal enemigo a batir.

Quien esté libre de toda culpa que tire la primera piedra. En este asunto, desgraciadamente, compartimos la misma nave. No existen culpables, todos somos corresponsables. La prisión podría ser, en este caso, el mejor camino para conseguir un propósito de enmienda: dejar de contaminar puede ser un logro que sea valorado por los consumidores y que Hilados y Tejidos Puigneró recupere el prestigio que ahora ha perdido. Así sea.

Jordi Bigas
Periodista y ecologista
Miembro del Consejo editor de la revista «Integral»
5 de mayo de 1997
Nota: El Grup de Defensa del Ter son autores de una ejemplar monografía sobre el río Ter

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