Dos libros básicos sobre las energías renovables

«Energías alternativas y tradicionales». Antonio Lucena Bonny. Talasa. Madrid, 1998. 127 páginas.
«Las energías renovables: un enfoque político-ecológico». Emilio Menéndez. Los Libros de la Catarata. Madrid, 1997. 237 páginas 

En los últimos dos o tres años se ha puesto en marcha en nuestro país uno de los desarrollos económico-ecológicos más esperanzadores del final de siglo: un rapidísimo despegue de la energía eólica. En mayo de 1997 la potencia instalada era de 257 megavatios (Mw), mientras que ahora se están ejecutando proyectos —sobre todo en Navarra, Aragón, Canarias, Andalucía y Galicia— que en breve permitirán disponer de 580 Mw más: esto es, en menos de dos años se triplicará la generación de electricidad procedente del viento, alcanzándose casi los 900 Mw (el equivalente a un gran reactor nuclear). Para calibrar el alcance de esta evolución, téngase presente que el cicatero Plan Energético Nacional sólo preveía la instalación de 167 Mw de eólica en todo el Estado español durante el decenio de 1991-2000. Lo que está pasando, nada más y nada menos, es que se rompen en mil pedazos los interesados mitos del “carácter necesariamente marginal” y la “falta de competitividad” de las energías renovables.

Navarra, que tiene instalada actualmente un tercio de la potencia eólica española, producía en 1997 en parques eólicos un 10% de su consumo eléctrico, y llegará al 23% a finales de 1998: su objetivo es alcanzar el 45% en el año 2010 con la instalación de unos 575 Mw. Además, la Comunidad Foral, por decisión de su Parlamento, llegará a producir en esa fecha el 100% de su demanda eléctrica mediante energías renovables (añadiendo a la éolica la biomasa, la solar y la minihidráulica). Lo que el establishment energético ha repetido tantas veces que era imposible está sucediendo ante nuestros ojos. Resulta instructivo recordar que Navarra no se incluía entre las zonas que tradicionalmente se consideraban más favorecidas por sus vientos. Pero en cuanto se decidió investigar, apareció la sorpresa: los estudios de medición emprendidos a partir de 1990 descubrieron un «yacimiento eólico» muy importante, con un potencial teórico de hasta 2400 Mw. La infraestimación sistemática de las posibilidades de las energías renovables se debe a que en la mayoría de los casos no se habían dado ni los primeros pasos para calcular de forma realista su potencial de abastecimiento. En la fase de estudios previos, se identifican en Navarra 72 posibles emplazamientos para parques eólicos; de ellos se desestiman 50, en su mayoría por razones ambientales. Al final, previsiblemente sólo hará falta construir una docena de parques para generar casi el 50% de la electricidad que consumirá Navarra en el 2010.

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En 1997 la energía eólica empleaba en España a unas tres mil personas. Hoy es factible proponerse instalar 9.000 Mw para el año 2010 (el equivalente a nueve grandes reactores nucleares): ello permitiría producir 20.515 Gwh al año, más del 10% del consumo eléctrico. El prejuicio de que las fuentes renovables no podrían nunca hacer más que una aportación marginal al consumo energético ha saltado por los aires (como saltó en otros países: Dinamarca, Alemania u Holanda).

En este contexto, resulta especialmente oportuna la publicación de dos documentados estudios sobre las energías renovables, que permitirán a cualquier lector o lectora hacerse una idea cabal y rigurosa sobre la situación actual y las perspectivas de futuro. Emilio Menéndez es un directivo de ENDESA —ingeniero de minas, y jefe de división de I+D en la compañía eléctrica—, nada sospechoso de radicalismo ecologista: por eso adquiere un carácter casi simbólico que el libro venga avalado por un prólogo de Ladislao Martínez, dirigente histórico del movimiento antinuclear. Antonio Lucena es también ingeniero de minas, e igualmente reconocido experto del movimiento ecologista en cuestiones energéticas (forma parte de la comisión de energía de AEDENAT).

Ambos libros comparten virtudes: claridad expositiva; habilidad didáctica para conseguir transmitir al profano contenidos no pocas veces complejos de forma accesible; excelente nivel técnico y actualidad de todos los datos e informaciones. Del estudio de Menéndez destacaría la atención que se presta a los problemas energéticos de los países del Sur y la honestidad intelectual con que reconoce que el desarrollo de las energías renovables —y los obstáculos puestos a este desarrollo— son cuestiones políticas y no primordialmente económicas. Cabría objetar cierto exceso de conservadurismo en la aceptación incuestionada de determinados supuestos (cuando dice, por ejemplo, que “hemos de asumir que las altas temperaturas que sufrimos en los veranos nos llevarán a una mayor demanda de energía para refirgeración y aire acondicionado”: ¿por qué no apostar más bien por la generalización de la construcción bioclimática, que proporciona confort térmico reduciendo radicalmente el consumo de energía?).

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En el estudio de Lucena son de reseñar la pormenorizada exposición de los problemas ambientales de los sistemas energéticos actuales, el énfasis en mostrar cómo los conflictos en torno a la energía son primordialmente políticos y no económicos “la Humanidad se ha vuelto tan dependiente de la energía, que con su control puede dominarse a la sociedad”, y el cuidadoso tino puesto en desmontar “mentiras energéticas” como “no hay energía renovable en cantidad suficiente”, “las energías alternativas son muy caras”. Mención aparte merece el capítulo final, en lo que tiene de polémica interna al movimiento ecologista. En efecto, hoy el despegue de la energía eólica se encuentra bajo ataques cruzados de extremos opuestos del espectro político: por un lado, quienes representan los intereses del statu quo energético, donde sobresalen las grandes multinacionales petroleras; por otro lado, sectores miopemente conservacionistas o antiindustriales a ultranza del movimiento ecologista, para quienes el pequeño número de aves muertas al chocar contra las palas de los aerogeneradores, o el impacto visual de los parques eólicos en el paisaje, llegan a constituir razones para boicotear esta alternativa energética. Frente a tales extremos, la razonada defensa de las energías renovables como vía para civilizar y ecologizar las sociedades industriales que realiza Lucena es muy de agradecer.

“Si en España se utilizara tanta energía solar como en Grecia, tanta biomasa como en Francia, tanta minihidráulica como en Noruega, tanta eólica como en Alemania, tanta geotermia como en Italia”, ya hubiéramos cubierto la totalidad de nuestras necesidades energéticas con fuentes renovables (Lucena, p. 117). Un rápido desarrollo de las energías renovables reducirá nuestra dependencia externa, disminuirá el impacto ambiental, permitirá hacer frente al posible cambio climático, renovará la industria y le abrirá nuevos mercados, y sentará las bases para cambiar de modelo energético. Energías alternativas y tradicionales de Antonio Lucena, y Las energías renovables de Emilio Menéndez, son dos buenas lecturas para acompañar ese cambio necesario y contribuir a fomentarlo.

Jorge Riechmann
Fundación 1.º de Mayo

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