Editorial

Estimados lectores y lectoras,

La reciente aprobación del Proyecto de Ley de Envases y Residuos de Envases ha sido decepcionante, tanto por su contenido como por el proceso nada dialogante que el Ministerio de Medio Ambiente ha seguido. El agravamiento y complejidad de los problemas medioambientales y su repercusión sobre todos los ámbitos de la sociedad, suscita la necesidad de diálogo y búsqueda de consenso entre los diferentes agentes sociales representativos sobre los cuáles recae, a su vez, la responsabilidad de encontrar soluciones.

El problema de generación de residuos de envases, es cierto, que lo crean los productores al poner en el mercado productos y envases que no son compatibles con el medio ambiente, pero ¿no contribuimos todos a la acumulación de residuos de envases con nuestra pasividad para aceptar el sistema de consumo en el que nos encontramos inmersos basado en la infravaloración de nuestros recursos, la producción indiscriminada de productos y consecuentemente de residuos y la escasa preocupación por el impacto de estos sobre nuestro entorno?¿Y acaso no somos todos los ciudadanos quienes sufrimos las consecuencias de los vertederos, las incineradoras y el vertido incontrolado de los residuos? Tenemos derecho, por tanto, a elegir calidad en todo lo que afecte a nuestra salud y nuestro entorno, y así participar en las decisiones pertinentes, y más concretamente con respecto a esta normativa, para disfrutar de la opción de escoger productos y envases que, en cuanto a su diseño, cantidad, volumen, composición, posibilidades de reutilizar o reciclar fácilmente, etc., tengan el menor impacto posible sobre el medio ambiente.

Tras meses de trabajo en el Grupo de Residuos del Consejo Asesor de Medio Ambiente de la Administración anterior sobre el texto de esta normativa se obtuvo una versión consensuada por la mayoría de las organizaciones sociales allí representadas. Esta propuesta, al ser elevada al Consejo de Ministros, quedó bloqueada por las fuertes presiones que hicieron las organizaciones empresariales. Algunos de los principales elementos que han desaparecido en el Proyecto de Ley recientemente aprobado son la existencia de objetivos y mecanismos de reducción, la desaparición de objetivos de reciclaje a medio plazo (2 años) que permiten valorar y corregir la implantación de los sistemas de gestión y el establecimiento de un límite para la emisión de dioxinas en los procesos de incineración, sustancias conocidamente peligrosas, que se generan a partir de compuestos clorados, y particularmente del PVC.

A raíz de los hechos, puede interpretarse que las únicas consultas que el MIMAM ha realizado para la elaboración del Proyecto de Ley han sido con el sector industrial (contradiciendo radicalmente el talante de diálogo social anunciado por la Ministra de Medio Ambiente) y cuyo interés por el medio ambiente puede afirmarse que es, con las debidas excepciones, nulo cuando no se trata de elementos que pudieran generar beneficios económicos. Los organismos empresariales defienden que se trata de una normativa de base mercantil y no medioambiental por lo que no pueden verse perjudicados sus intereses para proteger las necesidades medioambientales. Esto contradice claramente el primer párrafo del Proyecto de Ley donde se establece que la Ley tiene por objeto «prevenir y reducir el impacto sobre el medio ambiente de los envases y de la gestión de los residuos de envases comercializados».

Nuestra conclusión es que las empresas siguen sin querer responsabilizarse de sus residuos y de la contaminación que emiten a nuestro entorno, y ahora incluso están avalados por la Administración con esta nueva normativa. Ahora habrá que prestar atención a las enmiendas que los grupos parlamentarios presentan al Proyecto de Ley en el Parlamento orientadas a mejorar la normativa. Por nuestra parte no vamos a resignarnos. Plantearemos nuestras propuestas a los grupos parlamentarios. Vamos a denunciar ante los trabajadores y trabajadoras y la ciudadanía los aspectos más negativos del Proyecto. Y vamos a seguir exigiendo un diálogo que se nos ha negado y proponiendo hasta el final ante la Administración ambiental la incorporación de aquellos aspectos positivos que han desaparecido del Proyecto.

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