¿Por qué preocuparnos de los derechos de los animales?

¿Por qué deberíamos preocuparnos por los derechos de los animales cuando entre los humanos hay problemas acuciantes? No se trata de elegir pues la mayoría de la gente preocupada por el trato que reciben los animales lo está también por las cuestiones éticas que afectan a los humanos. Los problemas de los animales no existen en el vacío y están muy relacionados con los que afectan a los humanos.

La forma más sencilla y efectiva de eliminar el sufrimiento de los animales es dejar de comer carne. En Estados Unidos cada año se sacrifican más de 10.000 millones de animales. Hay que tener en cuenta, además, los daños que comer carne tiene para el medio ambiente, para otras personas y para nuestra salud.

El medio ambiente. Criar animales para sacrificarlos supone un alto coste en recursos naturales, energía, tierra fértil y agua. Contamina la tierra, el aire y el agua a gran escala. Consideremos algunos ejemplos extraídos al azar. Producir una libra de carne requiere 2.500 galones de agua mientras que una libra de grano sólo necesita 25 galones. Eliminar de nuestra dieta una libra de carne ahorrará más agua que si no nos duchamos durante un año. Para conseguir tierra de pasto se están devastando bosques en todo el mundo, con una sobreexplotación que destruye a las especies vegetales y animales autóctonas, produce erosión del suelo, pérdida de fertilidad de las capas fértiles de la tierra y conduce a la desertización. Las granjas contaminan los ríos y las aguas subterráneas y la ganadería intensiva contribuye al calentamiento global.

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Otras personas. En numerosos países la gente muere de hambre mientras que para alimentar al ganado que existe en el mundo se requiere una cantidad de comida igual a las calorías que necesitan 8.700 millones de personas, más del total de la población mundial. Si el grano que se destina al ganado fuese utilizado para alimentar a los humanos se aboliría el hambre en el mundo. La razón es que los animales transforman la comida en carne de forma ineficiente. Por ejemplo, una libra de carne requiere que la vaca coma 21 libras de proteínas.

Nuestra salud. Enfermedades del corazón, algunos tipos de cáncer, infartos, diabetes, osteoporosis y obesidad están relacionadas con el consumo diario de carne. Cuando comemos productos animales estamos consumiendo los tóxicos, antibióticos y hormonas con los que han sido alimentados estos animales. Los humanos, simplemente, no necesitan carne para vivir. Los países con mayor consumo de leche son los que padecen mayores casos de osteoporosis. Ningún animal bebe la leche de otras especies ni existen animales que continúen bebiéndola más allá de su periodo formativo.

Animales no humanos. La ganadería intensiva  está tan masificada que impide que los animales tengan un comportamiento natural. La falta de espacio provoca que las vacas y los cerdos tengan serias dificultades para parir y las gallinas ni siquiera pueden mover las alas. A los animales de granja se les mutila sin anestesia. A los cerdos se les castra, se les corta la cola y se les arrancan los dientes. A los pollos se les corta el pico y a veces los dedos. Al ganado y a las cabras se les castra y se les quitan los cuernos. Es frecuente que a los animales recién nacidos se les separe de sus madres a pesar de las intensas manifestaciones de cariño maternal. A los animales se les conduce al sacrificio en unas condiciones de sobreexplotación en las que no siempre está asegurado un proceso sin dolor o una muerte rápida.

El respeto hacia otras criaturas implica que abandonemos la carne de nuestra dieta, pero el respeto a nuestra salud y al resto de los humanos y al mundo en el que vivimos exige la misma demanda.

Priscilla Cohn
Profesora emérita del Abington College,
Universidad Estatal de Pensilvania (EEUU)

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