La desalación, alternativa viable para la obtención de agua

El Programa AGUA (Actuaciones para la Gestión y la Utilización del Agua) 2004-2008 prioriza el uso eficiente del agua, el ahorro, la reutilización de las aguas depuradas y la modernización de los regadíos. Pero para la obtención de nuevos recursos hídricos, ha optado por la desalación de agua de mar frente a la política de grandes obras hidráulicas. Curiosamente, esta última opción no incrementa la disponibilidad total sino que la mantiene y transfiere recursos de una cuenca a otra generando conflictos económicos, sociales y ambientales

En España, más de 700 desaladoras pueden producir 800.000 m3/día de agua apta para el consumo humano y procesos productivos, y pueden aportar el 2% de los recursos hídricos disponibles

Eva Hernández. ISTAS

La desalación es el proceso de obtención de agua dulce a partir de agua salada o salobre. Existen diferentes métodos pero, en la actualidad, sólo la ósmosis inversa (tecnología de membranas) y la destilación multietapas (asociada a la existencia de un foco de calor como una central térmica o nuclear) proporcionan un coste económicamente competitivo. En el año 2010 se espera que el precio del agua desalada se sitúe alrededor de los 0,35 euros/m3 en las instalaciones más modernas.

La principal ventaja de la desalación es su autonomía en la disponibilidad de agua dulce de gran calidad -en relación a la climatología o a los ciclos de sequía- a partir de un recurso tan abundante como es el agua del mar. Se puede decir que en la desalación está la solución a los problemas mundiales de escasez de agua.

Impactos ambientales de la desalación.

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Las tecnologías de desalación conocidas presentan dos impactos ambientales importantes que exigen ser contemplados y corregidos: las emisiones de CO2 asociadas al consumo energético y el vertido de los subproductos del proceso, las salmueras.

Una planta desaladora por ósmosis inversa necesita energía para bombear y captar el agua salada, someterla a altas presiones en el proceso de ósmosis, bombear el agua dulce obtenida a los depósitos de planta, y bombearla posteriormente para su distribución. El consumo medio considerado es de 3,5 kwh/m3, pero se llegará próximamente a los 2,7 kWh/m3 (los consumos calculados para el trasvase del Ebro estaban en 3,26 kW/h/m3).

Con todo, el consumo total de energía de las desaladoras previstas en el Plan Hidrológico Nacional (PHN) cuando estén operando será de 1.950 Gwh/555 hm3/año, lo que supone casi el 1% del consumo total de España y el 0,2% de las emisiones de CO2 totales, esto es, un tercio de las emitidas por una refinería de petróleo y la séptima parte de la que echa a la atmósfera una central térmica de tamaño medio.

Por cada litro de agua salada se obtienen 0,45 litros de agua dulce y 0,55 litros de salmuera, con una salinidad que duplica la del agua marina. El vertido de salmueras puede afectar a diversas especies marinas, en el caso de las costas españolas, a la Posidonia oceánica, una fanerógama protegida. Esta planta forma praderas submarinas de gran valor para el desarrollo de numerosas especies, fija los bancos de arena, protege al litoral de la erosión y oxigena el agua del mar. Aunque las salmueras no se vierten tal cual salen de la planta, sino mezcladas en una proporción 1 salmuera/3 agua marina, hay que asegurar la protección de la posidonia y otras especies.

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Los impactos ambientales pueden corregirse

El programa AGUA pretende conseguir que las emisiones netas de CO2 sean cero. Para lograrlo, prevé el desarrollo de medidas relacionadas con las energías alternativas: incremento del potencial hidroelectrico de las presas existentes, eólica en desaladoras y presas, solar en plantas desaladoras, programas de modernización en las instalaciones mas antiguas, etc.

El tratamiento de las salmueras es más fácil. Cada planta desaladora, en función de sus condiciones, debe controlar el vertido de las mismas, diluyéndolas más, empleando difusores al final del emisario (conducto del vertido a cierta distancia de la costa) y ubicando más lejos la salida del mismo o combinando estas técnicas.

La desalación en España

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España instaló su primera planta desaladora en 1964, en Lanzarote. En la actualidad es el cuarto usuario del mundo de esta tecnología, después de Arabia Saudí, Emiratos Árabes y Kuwait. España tiene el mayor número de empresas punteras en este tipo de tecnologías, con una valiosa experiencia acumulada y un alto nivel de innovación, que ofrecen proyectos "llave en mano", lo que les confiere una elevada competitividad y les permite liderar el mercado a nivel internacional.

En el mundo hay más de 15.000 plantas desaladoras, que producen al día 24 millones de m3 de agua, cantidad suficiente para abastecer a más de 120 millones de personas. En España, más de 700 desaladoras pueden producir 800.000 m3/día de agua apta para el consumo humano y para procesos productivos, y pueden aportar el 2% de los recursos hídricos disponibles. Los costes varían en función de la inversión realizada en cada planta y de su coste energético, pero se han reducido a la mitad en los últimos diez años como consecuencia del notable incremento de la eficiencia energética de estas plantas, del avance en la calidad de las membranas y de la reducción de su precio. El coste medio real en el año 2006 de 1 m3 de agua desalada es de 0,45 € (frente a los 0,31 € que el Gobierno del PP calculaba para el metro cúbico de agua trasvasada, una cantidad irreal según diversos estudios, incluidos los de CCOO, que estimaban costes reales superiores a 0,61€/m3, e incluso de 0,90€/m3 para aquel agua que tuviera que ser transportada hasta Almería o Murcia).

El Gobierno proyecta construir 23 nuevas plantas desaladoras en la costa mediterránea, que aportarán 555 hm3/año. El consumo total del pool desalador será de 1.950 Gwh/555 hm3/año. El objetivo de los Ministerios conseguir que las emisiones netas de la desalación sean nulas. A ello contribuirá la ubicación de aerogeneradores en veinte presas -la mayoría en las cuencas del Guadalquivir y el Ebro-, que aportarán el 20% de la energía necesaria a las nuevas plantas del programa AGUA-, la instalación de minicentrales hidroeléctricas a pie de presa -que aportarán el 75% de la energía-, y las centrales termosolares y de biomasa que probablemente se instalen en Castilla-La Mancha, para aportar el 5% restante.

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