Olkiluoto-3 o el fracaso del referente nuclear finlandés

Olkiluoto-3 (Finlandia), la primera central nuclear que se construye en un país occidental en los últimos 25 años, se ha convertido en el referente recurrente tanto de los políticos pro-nucleares como de la industria nuclear como el ejemplo de renacimiento de esta tecnología. Es el primer reactor de tercera generación en el mundo, fruto del consorcio entre la compañía estatal francesa Areva y la alemana Siemens para la empresa eléctrica finlandesa TVO.

Cuando se puso en marcha el proyecto, las empresas aseguraron que el reactor se iba a construir en un tiempo récord (cuatro años) y que el coste inicial era de 3.200 millones de euros. Una de las banderas que esgrimían los promotores era que no se necesitaría recurrir a apoyos estatales ni a subsidios de ningún tipo. El sector nuclear existe desde hace 60 años y aún no se ha cumplido ninguna de las promesas anteriores.

Sin contar estudios previos y decisiones de inversión, TVO comenzó oficialmente el proyecto en el 2000 con la solicitud de permiso al parlamento finlandés –que había rechazado una iniciativa similar presentada por IVO1 y TVO en 1993– para construir este reactor nuclear y esperaba tenerlo en operación en 2009.

Después de una campaña muy agresiva por parte del lobby nuclear, el proyecto recibió 107 votos a favor y 92 en contra. El lobby nuclear se basó en un estudio realizado bajo unas hipótesis que suponían que el coste de la energía nuclear era mucho mas bajo que el indicado por estudios independientes similares, como los realizados por el prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT).

En agosto de 2007, tras sólo 27 meses de construcción, se declaró oficialmente que el proyecto sufriría un retraso de entre 24 y 30 meses. En octubre de 2008 se anunció el cuarto retraso oficial en Olkiluoto, a pesar de ser un proyecto planteado desde hace casi una década, y se pospuso su finalización hasta 2012, tres años después de lo previsto y sin garantías de no sufrir nuevos retrasos. Primera promesa incumplida.

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El coste final rondará los 6.000 millones de euros

Hasta el momento, la central suma un sobre-coste oficialmente reconocido de 1.500 millones de euros desde que comenzó su construcción en 2005, sin contar con las penalizaciones por retraso. Es muy posible que el sobre-coste supere los 3.000 millones de euros y el coste total podría superar los 6.000 millones de euros; es decir, casi 4.000€/kW nuclear sin contar gestión de residuos, ampliamente superior a los 1.000€/kW de la eólica. Este sobrecoste lo asumirá el constructor Areva, ya que la empresa finlandesa TVO negoció un contrato de suministro a precio cerrado. Segunda promesa incumplida.

El banco alemán BLB concedió un préstamo de 2.000 millones de euros al proyecto a un interés del 2,6%, muy por debajo del mercado. La operación requirió que la Agencia de Crédito a la Exportación sueca garantizase el proyecto y, además, hubo intermediación del Estado francés, quien otorgó un crédito preferencial de 700 millones de euros utilizando fondos destinados a la cooperación internacional, un hecho que fue denunciado ante la CE por práctica contraria a la competencia. Tercera promesa incumplida.

Además, Olkiluoto-3 está plagado de defectos de diseño y de construcción. El reactor lleva en construcción tres años y aún no se ha cumplido ni la mitad del proyecto. Sólo el 30% de los documentos de diseño han sido oficialmente aprobados.

Con apenas dos años de construcción, la autoridad sobre seguridad nuclear finlandesa, STUK, había detectado hasta 1.500 defectos de calidad y seguridad, como problemas con la losa base de hormigón, la vasija del reactor, el presionador y el sistema de tuberías del circuito primario, además del revestimiento de acero del reactor. Además, se demostró que la empresa no había seguido los procedimientos básicos de seguridad en la construcción de la central. En julio de 2008 sufrió un grave incendio que ha complicado más la situación.

Olkiluoto ha demostrado lo contrario que pretendía: no soluciona ninguno de los problemas por los que se abandonó la energía nuclear y, con los plazos de construcción, es incapaz de hacer frente a ninguna de las crisis enlazadas a las que nos enfrentamos: social, económica y medioambiental. La propia presidenta de Finlandia, Tarja Halonen, ha mostrado públicamente su escepticismo sobre la contribución nuclear contra el cambio climático y se ha opuesto a la construcción de otro reactor. ¿De verdad queremos repetir el mismo error?

Emilio Manuel Rull
emrull@istas.ccoo.es 

(1) Imatran Voima. Una de las mayores compañías eléctricas finlandesas. Actualmente conocida por Fortum Power and Heat.

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