Información y acción versus opacidad y silencio

Manuel Garí. Economista y director de Medio Ambiente de ISTAS

La primera cuestión que salta a los ojos del lector no experto tras la lectura de los anteriores materiales es la enorme cantidad de interrogantes existentes en torno al riesgo químico, tanto por la cantidad de sustancias químicas de síntesis disponibles -unas 120 000- a nivel mundial de las que no existe información codificada y publicada de la mayoría, como por la relevancia y magnitud de los efectos sobre la salud humana y la biosfera en el caso de algunas cuyos efectos han podido ser estudiados

Por tanto, podemos afirmar que nos encontramos ante problemas de una magnitud y gravedad que no podemos ignorar. El mundo científico nos alerta sobre la muerte anual de 4000 trabajadores expuestos a esos productos nocivos, unos 33 000 enferman por idéntico motivo, unido a las 16 000 muertes anuales en España a causa de pérdida de calidad del aire por la contaminación de productos químicos y a la proliferación de micropartículas. En expresión de Dolores Romano estamos ante un grave problema de salud pública, de salud laboral y de salud medioambiental. Por ello el riesgo no puede abordarse de forma separada por "disciplinas" o por "competencias", debemos analizar y solucionar los problemas desde el conjunto de aspectos implicados. Problemas que no se solucionan -señalan Carmelo Plaza y Carmen Mancheño- como lo hace Ana Botella, concejala del Partido Popular de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid: ocultando y falsificando los datos de contaminación del aire en la ciudad mediante la ingeniosa medida de situar las estaciones de captación de datos en lugares ad-hoc bien lejos de la realidad de las calles madrileñas saturadas de tráfico.

A su vez, hay que recalcar que los daños químicos discriminan y castigan particularmente a las cohortes de edad de mayores de 60 años y de menores de 20, particularmente a los niños en su fase de acelerado desarrollo. La precariedad laboral, la desregulación del trabajo y la pérdida de derechos individuales y colectivos de las clases trabajadoras puede suponer un factor de agravamiento del riesgo, ya que en muchas ocasiones la patronal "descuida" las medidas de seguridad. Carme Valls nos alerta de que la población femenina es más vulnerable que la masculina ante una exposición de idénticas características y parámetros ante la mayoría de sustancias o grupo de sustancias. Podemos afirmar por tanto, forzando metafóricamente los términos, que estamos detectando una feminización de la toxicidad, de los daños sexistas del riesgo tóxico.

La segunda cuestión que surge de la lectura es la invisibilidad física y social del riesgo, casi cabe hablar de una cierta "ley del silencio". A esta situación contribuyen la ignorancia de la mayoría de la sociedad, el misterio en el que se desarrolla I+D+i en las multinacionales, la insuficiencia -cuando no ausencia- de registro de las sustancias por parte de los poderes públicos y la irresponsabilidad de quienes subordinan los intereses de las personas a la lógica de la ganancia privada. A pesar de sus limitaciones, REACH puede ayudar a romper esta imprudente y peligrosa dinámica. Lo dicen dos personas, Tony Musu y Tatiana Santos, que han seguido muy de cerca el proceso de aplicación de esta norma europea.

Dice Joel Tickner que lo anterior es manifestación de un fallo sistémico y propone soluciones de raíz y sencillas, por más que la actual correlación de fuerzas entre la razón social y el beneficio individual siga siendo desfavorable para la primera: cambiar el sistema productivo y propone una simplificación de la química aplicada, a ello denomina "química verde". Acorde con la complejidad técnica, jurídica y social del tema, Fernando Rodrigo y Joel Tickner nos proponen una estrategia integrada que rompe los moldes académicos y disciplinarios y sitúa en el centro de gravedad de las soluciones la decisión política y la intervención sindical.

De ahí que una primera conclusión sea la necesidad de hacer realidad para el conjunto de las sustancias y compuestos químicos el trinomio "investigación, información y transparencia", señalado por Marieta Fernández respecto al bisfenol A. La derivada de la información y la transparencia es la necesidad de establecer la memoria histórica de cada sustancia y producto, su trazabilidad.

La segunda conclusión es política: hay que socializar las soluciones, la lucha contra el riesgo químico no es un asunto individual de cada trabajador o ciudadano. Son los poderes públicos y la industria quienes tienen que asegurar la fiabilidad de las sustancias y productos que usamos en la fábrica y en el consumo. Dicho de otra manera, cada individuo tiene derecho a vivir sin miedo a morir antes o a envejecer peor y de forma doliente a causa del riesgo químico.

Cabe afirmar que las medidas y políticas de sustitución no sólo son las que desde los principios de precaución y de prevención sirven mejor a los fines de eliminar los peligros, y a minimizar, en su caso, los riesgos, sino que resuelven positivamente para las personas dos contradicciones: la existente entre la lógica científico- técnica por un lado y la empresarial por otro y la que manifiesta la oposición entre las necesidades de las y los trabajadores y del conjunto de la sociedad y la lógica de la ganancia privada. Como señala Paco Blanco, la química verde no sólo puede ser buena para el medio ambiente, también puede hacer más competitiva la industria europea en la pugna que mantiene desde hace años con Estados Unidos, una pugna a la que se han unido recientemente los países asiáticos.

La existencia de nuevas normas, como es el caso del reglamento comunitario REACH es necesaria pero no suficiente. Su utilidad, indudablemente, depende de su calidad jurídica, acierto técnico-científico, consistencia del contenido y tipo de orientación política, pero -en este caso, como en el resto de normas- es fundamental la acción políticosocial colectiva para hacer cumplir la ley y, particularmente, en el caso de la dimensión laboral del riesgo químico la acción sindical en la prevención de los riesgos es un elemento imprescindible, sin el cual la regulación quedará en papel mojado.

Tenemos argumentos y alternativas para no incurrir en la perplejidad y no acabar siendo presas del miedo. Pero esos argumentos y alternativas deben comenzar por romper con la inacción. Actuar es posible.

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