Menos de 20 gramos de CO2 por unidad de transporte

Santos Núñez del Campo. Gerente de Medio Ambiente de Renfe

Las emisiones de CO2 del sector del transporte en el mundo se han incrementado hasta el punto de poner en riesgo los compromisos nacionales de reducción.

La propia Comisión Europea, a través de su Agencia de Medio Ambiente (EEA), plantea abiertamente que, dependiendo de los escenarios, las emisiones de CO2 del transporte serán del mismo orden de magnitud de las emisiones totales entre 2040 y 2050, si no cambian radical y urgentemente las condiciones del sector.

El incremento de las emisiones del sector transporte en Europa ya no es solamente un problema sectorial, sino uno de los principales obstáculos para la consecución de los objetivos estratégicos generales.

En España, el transporte juega un papel principal, siendo el mayor emisor de gases de efecto invernadero, por encima de la industria, por lo que se ha convertido un elemento diferencial respecto a nuestros vecinos de la Unión Europea. Según la misma EEA, en el periodo entre 1990 y 2006, las emisiones de CO2 en el transporte se incrementaron un 89%, multiplicando por seis el objetivo nacional.

El transporte es la mayor fuente generadora de gases de efecto invernadero de España, un 24% de las emisiones totales. El ferrocarril es el único modo de transporte que ha reducido al mismo tiempo sus emisiones totales y específicas, a pesar de haber crecido un 19% su tráfico. Se demuestra así que con el ferrocarril como eslabón fundamental de la cadena de transporte para viajeros y mercancías, el desacoplamiento de crecimiento de la demanda de transporte y de la emisión de CO2 es posible.

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A pesar de las mejoras evidentes en la eficiencia de la carretera y de la aviación, éstas han sido engullidas por la explosión del tráfico de los modos menos sostenibles, y ambas siguen manteniendo una intensidad de carbono (gr. de CO2 por unidad de transporte) entre 5 y 6 veces superior a los modos ferroviarios (factor 5-6), porque el ferrocarril español ha hecho sus deberes en materia de intensidad energética y de carbono.

La aportación de Renfe a la sostenibilidad

En estas circunstancias, Renfe ha evaluado que su principal aportación a la sostenibilidad del sistema de transporte español es un ahorro de 2,5 millones de toneladas de CO2 en 2010.

Por ejemplo, la apertura del corredor de altas prestaciones entre Barcelona, Zaragoza y Madrid ha supuesto en el primer año de operación, por transferencia modal, una reducción adicional de 250 000 toneladas de CO2 y la disponibilidad de servicios directos entre Valencia y Madrid en 2010 supondrá unas 80 000 toneladas adicionales.

Los efectos positivos de la transferencia modal se potencian por la reducción de la intensidad de CO2 de Renfe Operadora. En el horizonte 2020, Renfe prevé que su emisión unitaria de CO2 baje de 20 gramos por unidad transportada, lo que significará una reducción del 57% respecto a 1990.

Esto permitirá a Renfe mantener su ventaja competitiva respecto a la aviación y a la carretera: el mantenimiento e incluso la mejora del citado factor 5-6 en la intensidad de carbono, también en 2020.

En este contexto, la contribución del ferrocarril constituye hoy una aportación a la sostenibilidad general del planeta si los modos ferroviarios (ferrocarril de altas prestaciones, ferrocarril convencional de viajeros y mercancías, ferrocarril metropolitano, tranvía, otros sistemas guiados, etc.) se convierten en la espina dorsal de sistemas de transporte más sostenibles.

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