Más, mayores y mejores impuestos ¿por qué no?

Manuel Garí

La crisis económica ha hecho visible en nuestro país las miserias de un modelo basado en la precariedad laboral en sectores de bajo valor añadido y de gran impacto ambiental. La crisis apremia. Urge salir de la misma en clave favorable a las clases trabajadoras. La fiscalidad puede contribuir a una política anticíclica o formar parte del bucle recesivo al que aboca la orientación actual de la UE. El recetario neoliberal enfanga el debate fiscal, por eso es pertinente hablar del fisco en tiempos de crisis.

En nuestro país se ha disparado el déficit público por la caída de la presión fiscal en relación con el PIB a niveles muy por debajo de la UE, particularmente del área euro. El descenso se originó por la permisividad frente al fraude, la contrarreforma fiscal iniciada a partir de 1996 para favorecer a las rentas de capital y por el fin del boom inmobiliario. La solución no es achicar el gasto social y la inversión pública sino aumentar los ingresos de las arcas de Hacienda. Por ello, urge elevar la progresividad, reequilibrar las aportaciones fiscales por tipos de renta, incrementar la imposición sobre las rentas del capital y concentrar las deducciones y bonificaciones en las rentas de las clases trabajadoras.

Por otro lado, la gravedad del calentamiento atmosférico, la contaminación, el riesgo radioactivo y de nuestra dependencia energética del exterior exigen, sin retrasos, incorporar nuevos impuestos energéticos. En primer lugar una tasa de CO2, pero también en el combustible del transporte aéreo, la producción de energía nuclear, el depósito y almacenamiento de residuos nucleares, la incineración de residuos, los plaguicidas y los usos del suelo. Así como modificar al alza algunos tributos ya existentes: hidrocarburos, matriculación, circulación de vehículos e impuestos de sociedades, revisando y reequilibrando las deducciones por acciones en ahorro de energía, agua y recursos materiales.

Y finalmente, en tiempos de zozobra de la UE y de desvarío de sus gobernantes, ¿por qué no contraatacar desde abajo? La armonización fiscal (pócima para evitar deslocalizaciones y dumping fiscal) puede ser una de las piezas de la otra Europa posible.

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