Daniel Tanuro

Resistamos. Atrevámonos a decir nuestra verdad. Atrevámonos a ir contracorriente.
Una entrevista de Javier Morales Ortiz.

La crisis económica ha arrumbado a la crisis ambiental, pero hemos rebasado tanto los límites del planeta que ni siquiera un Green New Deal podría salvarnos del "vuelco" climático. "El problema no es físico, sino social. El fondo de la cuestión es político" asegura Daniel Tanuro, pensador y militante ecosocialista en su nuevo libro, El imposible capitalismo verde.

La eficiencia es necesaria para salvar el clima, pero no suficiente.

Hemos constatado empirícamente que la bajada de las emisiones de gases de efecto invernadero que resultaría de una mejora en la eficiencia energética no es más que relativa, pues la mejora se compensa con creces con el aumento paralelo de la producción y el consumo. Para salvar el clima necesitaríamos que las emisiones globales disminuyesen entre un 50% y un 85% de aquí a 2050 y que las emisiones de los países desarrollados lo hicieran entre un 80% y un 95%. Son objetivos extremadamente ambiciosos. En dos generacioones deberíamos dejar a un lado a los combustibles fósiles, cuando la cruda realidad es que estos cubren hoy en día el 80% de las necesidades energéticas de la humanidad. El objetivo sería técnicamente posible -las fuentes de energías renovables podrían tomar el relevo-, pero a condición de reducir la producción de materiales y el transporte. No hay solución sin poner en cuestión la tendencia al crecimiento, la dinámica de la acumulación, inseperable del modo de producción capitalista.

¿No confias en que una socialdemocraica verde sea la solución?

Necesitamos una altenativa de sociedad e, incluso, de civilización. La socialdemocracia no propone ninguna. Amparándose en un mal menor, gestiona un capitalismo en crisis y su crecimiento destructivo. En consecuencia, considero que la socialdemocracia verde es como el capitalismo verde o el capitalismo social: una contradicción en los términos.

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La izquierda tradicional sigue basando su modelo en el crecimiento económico como única vía para repartir la riqueza, una posición que no compartes.

Conocemos el teorema de Schmidt: "Los beneficios de hoy son las inversiones de mañana y los empleos de pasado mañana". Cada uno y cada una puede constatar que este teorema es falso: el crecimiento de los beneficios no desemboca en una sociedad más justa sino en una mayor desigualdad. Al mismo tiempo, provoca detrucciones irreparables del medio ambiente y convierte a los pobres en las principales víctimas. La vía hacia una sociedad más social y ecológica no pasa por el crecimiento capitalista, sino por la respuesta a este crecimiento y por una redifinición social de la riqueza.

Aunque asumes la idea del decrecimiento, cuestionas la postura de una parte del movimiento ecologista, que se olvida de quién controla los medios de producción y consumo.

Una disminución de la producción material y del transporte es indispensable. El problema estratégico es hacer que esta disminución sea deseable para la mayoría de la población, sobre todo por los tres mil millones de seres humanos cuyas necesidades fundamentales no están satisfechas. A esta cuestión, la mayoría de los defensores del decrecimiento no tienen una respuesta: ellos se contentan con culpabilizar a los consumidores. La tendencia capitalista al sobreconsumo (¡limitado a aquellos y aquellas que poseen los medios!) deriva de la tendencia del sistema a la sobreproducción e implica al mismo tiempo la agudización de la miseria social. Reducir la producción material a la vez que satisfacemos las necesidades sociales sólo es posible en un marco de programa anticapitalista: reparto de la riqueza a nivel mundial, reducción radical de los tiempos de trabajo sin pérdida de salario y reemplazar la producción ligada a los beneficios por la producción ligada a las necesides reales, democráticamente determinadas.

El gran reto, para usted, no es integrar la ecología en el socialismo sino el socialismo en la ecología. ¿Podría explicar esta idea?

Significa simplemente que hemos entrado en un nuevo periodo. En adelante, la alternativa socialista no es posible sin tener en cuenta los límites ecológicos, que, evidentemente, determinan el desarrollo humano. Michel Husson, en el prólogo en francés de mi libro, resume bien el desafío que supone escribir sobre "la maximización del bienestar humano dentro de los límites del planeta". Esta situación sin precedentes justifica el concepto de ecosocialismo.

Parece, sin embargo, que la historia no camina en la dirección del socialismo, ni siquiera de la socialdemocracia, más bien al contrario, hacia la versión más despiadada del capitalismo. ¿Qué podemos hacer? ¿Cuál es su opinión sobre el movimiento 15-M en España?

Tiene razón. Pero la situación es contradictoria ya que el capitalismo triunfante muestra claramente que no tiene nada más que ofrecer que la desigualdad social y la destrucción del medio ambiente. De hecho, se revela como absurdo, montruoso y antagónico con la naturaleza en general y con la naturaleza humana en particular. Estoy convencido de que la conciencia de este antagonismo se abrirá camino para superar el individualismo y las falsas compensaciones de un consumismo lamentable que nos alienan con la verdad única del dinero. En mi opinión, el magnífico impulso de los indignados es un signo contracorriente de la posibilidad de un cambio brusco hacia una respuesta total al sistema a nivel global. Resistamos. Atrevámonos a decir nuestra verdad. Atrevámonos a ir contracorriente.

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