El cambio climático: un viaje a territorio desconocido

Begoña María-Tomé Gil

El calentamiento global se está manifestando en el presente con crudeza, batiendo récords en las temperaturas, la concentración de CO2 o el deshielo del Ártico. Los fenómenos meteorológicos extremos son ya uno de los principales riesgos globales para la salud y seguridad de las poblaciones. Nos dirigimos a un territorio desconocido. Urge una respuesta internacional fuerte para la mitigación y la adaptación.

Las señales del calentamiento global

El cambio climático es una grave amenaza para las generaciones futuras pero ya es un problema que se está manifestando en el presente, y muestra de ello es que estamos batiendo récords históricos en las temperaturas, en la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera y en otros indicadores a largo plazo del calentamiento global en nuestro planeta.

Las concentraciones de los principales gases de efecto invernadero en la atmósfera alcanzan niveles sin precedentes, ya superan el umbral significativo de 400 partes por millón, y continúan aumentando.

Es muy probable que 2016 sea el año más cálido del que se tenga constancia con una temperatura media global de 1,2 °C por encima de los niveles preindustriales (+1,5ºC en Europa). Lo cual significa que 16 de los 17 años más cálidos registrados corresponden al presente siglo.

Fuente: OMM

El calentamiento del Ártico, que representa alrededor del 4% de la superficie de la Tierra, se produce a un ritmo que es, por lo menos, el doble de rápido que la media mundial y en algunos lugares, es aún mayor. Por ejemplo, en el noroeste de Canadá ha aumentado en casi 4 grados desde 1948. La extensión del hielo marino del Ártico en el momento de mayor deshielo ya es un 40% menor que principios de los 80.

Este calentamiento extremo y sin precedentes que se está dando actualmente en el Ártico está provocando una elevación del nivel del mar, que afecta a los regímenes meteorológicos de todo el mundo y puede incluso causar nuevos cambios en el sistema climático.

Las zonas afectadas por sequía ya representan un 30% de la superficie del planeta, con un 14% en sequía grave o extrema. La sequía en las regiones tropicales ha reducido la capacidad de los “sumideros” del planeta, como los bosques, la vegetación o los océanos, para absorber el dióxido de carbono. Es decir que hemos comprometido los mecanismos naturales de la Tierra para absorber alrededor de la mitad de las emisiones de CO2.

Efectos adversos para la salud y seguridad de las poblaciones

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El cambio climático influye negativamente en los factores sociales y ambientales que determinan la salud, como el aire limpio, el agua potable, los alimentos suficientes y la vivienda segura. Con el calentamiento global, ha aumentado la incidencia y los efectos de los fenómenos extremos. Las inundaciones y las olas de calor que solo sucedían una vez en una generación son cada vez más frecuentes. El aumento del nivel del mar ha incrementado la exposición a las tormentas de tempestad relacionadas con los ciclones tropicales.

El Foro Económico Mundial sitúa el cambio climático como el segundo riesgo en el mundo más grave en la próxima década. Además su informe Riesgos Globales 2016 clasifica por primera vez cinco factores medioambientales de "alto riesgo" y "alta probabilidad", con los fenómenos meteorológicos extremos emergiendo como principal riesgo global.

Eventos meteorológicos con consecuencias humanitarias

El fenómeno más mortífero de 2016 fue el huracán Matthew que provocó 546 muertes. También ocurrieron inundaciones muy destructivas en Corea y las crecidas estivales más importantes desde 1999 en China con 310 muertes y daños por 14.000 millones de dólares. Las intensas olas de calor en el Sur de África han agravado la sequía reinante, y se estima que 17 millones de personas necesitarán asistencia para su alimentación básica antes de la siguiente cosecha a principios de 2017. En Canadá, el incendio forestal más devastador de su historia provocó la evacuación total de una ciudad en Alberta, destruyó 2.400 edificios y causó daños por valor de 3.000 millones de dólares en siniestros asegurados y varios miles de millones más por otras pérdidas (OMM).

Aunque en menor medida que otras áreas, el continente europeo está también afectado por los eventos climáticos. Alemania (18ª), Francia y Portugal (ambos 19ª) se encuentran entre los 20 países en todo el mundo más afectados en las últimas dos décadas. Los Balcanes han sido repetidamente golpeados por grandes inundaciones.

España ocupa el 8º puesto de los más afectados en Europa, según el índice de riesgo climático. Ocupa el 9º puesto en muertes totales por fenómenos meteorológicos extremos, y el décimo del mundo en tasa de mortalidad.

Desplazamientos climáticos

Según la Organización Internacional para las Migraciones, se prevé un aumento de la migración de la población como resultado de la mayor frecuencia y la posible mayor intensidad de los desastres relacionados con el tiempo, la competencia y los conflictos por los recursos cada vez más escasos, así como el aumento del nivel del mar que haría inhabitables las zonas litorales bajas.

En 2015 se produjeron 19,2 millones de nuevos desplazamientos debido a desastres relacionados con peligros meteorológicos, hidrológicos, climáticos y geofísicos en 113 países, lo que representa más del doble de los desplazados por conflictos y violencia.

Productividad en el trabajo

El cambio climático también afecta a la productividad laboral y a las condiciones de trabajo. La pérdida de capacidad de trabajo en zonas particularmente calurosas del mundo es de hasta un 10% actualmente y podría llegar hasta 30-40% en 2085. Las estimaciones disponibles sobre las consecuencias económicas derivadas proyectan una pérdida de 2 billones de dólares por año para 2030 y una pérdida del 23% del PIB mundial en 2100 si no se adoptaran medidas de adaptación.

Mitigación y adaptación

El clima de la atmósfera ya está comprometido. Aunque hoy mismo parásemos de golpe la emisión de CO2, los gases de efecto invernadero que emitimos desde la revolución industrial por la quema de combustibles fósiles ya condicionan el clima del futuro por decenios de miles de años. Es decir que necesitamos llevar acciones que permitan la adecuación y adaptación de la vida humana a un nuevo clima. Pero además está en juego evitar un cambio climático catastrófico (por debajo de 1,5ºC) para mediados y finales de siglo, es decir, un clima al que podamos adaptarnos. Y por eso es urgente emprender acciones globales para garantizar un umbral de seguridad climática. Por tanto, las políticas de reducción de emisiones y de adaptación al cambio climático han de ser las dos caras de la misma moneda.

El Acuerdo de París establece el objetivo común de mantener la temperatura media muy por debajo del aumento de 2º de temperatura (y de proseguir los esfuerzos para limitarlo a 1,5º) sin embargo el rumbo de las políticas actuales nos llevan a un escenario de calentamiento de 3,6 grados. Es decir, que todos los países tendrán que revisar al alza los objetivos de reducción de emisiones que se han marcado.

Por el momento el compromiso de Europa para 2030 es reducir las emisiones de gases de invernadero en el menos un 40% con respecto a 1990. La obligación para los sectores incluidos en el Régimen Europeo de Comercio de Derechos de Emisión es reducir un 43% sus emisiones en relación con los niveles de 2005. Y para los sectores denominados “difusos”, como la agricultura, la gestión de residuos, parte del transporte y la vivienda, tendrán que disminuirlas un 30% también respecto a 2005. A España le corresponde una reducción del 26% en los sectores difusos para 2030.

En cuanto a la adaptación, los acuerdos internacionales también tendrán que actualizar el objetivo de financiación de las medidas de adaptación al cambio climático, que lleva años estancada en la cifra redonda de los 100.000 millones de dólares. Los últimos análisis del Programa de Naciones Unidas de Medio Ambiente estiman que el coste de la adaptación sería de cuatro a cinco veces mayor. Entre 140.000-300.000 millones de dólares anuales para 2030 y 280-500 mil millones de dólares por año en 2050.

Aumentar la ambición en el desarrollo de políticas de mitigación y adaptación al clima para favorecer sociedades bajas en carbono y resilientes a los cambios del clima, no sólo es urgente y necesario sino que además será beneficioso para impulsar un cambio de modelo en la producción y consumo de bienes y servicios, y para crear un marco nuevo de oportunidades para la creación y la mejora del empleo.

 

ISTAS ha desarrollado durante 2016 el proyecto “La adaptación al cambio climático desde la perspectiva de la salud pública y laboral” con el apoyo del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente a través de la Fundación Biodiversidad. Más información: www.istas.net/ClimaySalud

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