Por una mayor participación social en las confederaciones hidrográficas

La gestión del agua es uno de los temas centrales del debate político y social tanto a nivel nacional como internacional. En nuestro país, estamos hablando de un recurso escaso, menguante pero todavía suficiente, en un contexto de presión demográfica en alza y con nuevas demandas sociales.Tenemos, pues, un margen importante para otras políticas de agua más sostenibles y respetuosas con el medio ambiente

Las confederaciones hidrográficas deben garantizar el acceso de todos los ciudadanos del Estado al agua existente en condiciones de igualdad

Reyes Montiel. ISTAS

Uno de los principales problemas para la puesta en marcha de estas políticas en nuestro país es que los organismos responsables, las confederaciones hidrológicas, no están preparadas para ello. Tal y como señala el Libro Blanco del Agua: "Es evidente que la administración hidráulica no ha sido capaz de reconvertirse en sus estructuras, objetivos y capacidades, al ritmo que exigía la nueva legislación de aguas y, ambos a las demandas sociales".

Las razones por las que las confederaciones hidrográficas, tal y como están en la actualidad, no son un instrumento útil para la aplicación de nuevas políticas son las siguientes:

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  • Están muy especializadas en procedimientos propios de los modelos tradicionales de oferta, cuando deberíamos estar hablando del control de la demanda. Hoy, existen nuevas tecnologías y sistemas que permiten una gestión más eficiente del recurso tanto en su distribución como en su estructura de consumo y que dan respuesta a la baja tecnificación de la agricultura, principal consumidor de agua. Para abordar esta cuestión, las confederaciones hidrográficas necesitan equipos de trabajo interdisciplinares.
  • El modelo de construcción de nueva infraestructura hidráulica está completo por lo que ya su papel de vigilancia en la ejecución de obra está cumplido.
  • Existen también nuevos elementos culturales y una mayor concienciación ciudadana que demanda que la administración no sólo "administre" el agua existente sino que proteja el entorno, los ecosistemas, la diversidad; en definitiva, que cumpla también con una función ecológica. Los ciudadanos y ciudadanas exigen una mayor responsabilidad para la gestión de un bien escaso de una manera sostenible y racional.
  • La organización territorial e institucional resultante del Estado de las Autonomías. La existencia de diferentes modelos de desarrollo (que en muchos casos son sólo modelos de crecimiento) ha provocado que en lugar de hablar del debate del agua, hablemos de la guerra del agua. Ahí las confederaciones hidrográficas, nacidas en un estado centralista, no tienen ningún papel e incluso aparecen deslegitimadas en un marco descentralizado y sujeto a la legislación europea.
  • La obligatoria transposición de la Directiva Marco del Agua, que plantea otro escenario de discusión y de alternativas. Ya no hablamos de usos y costes del recurso sino de ecosistemas y de sostenibilidad. No hablamos ya de políticas de oferta sino de control de la demanda, de la necesidad de una participación pro-activa y no representativa de los concesionarios, de planificación de la gestión y de evaluación previa, simultánea y posterior. Las confederaciones hidrográficas ni tienen el carácter, ni las aptitudes, ni los equipos ni los recursos necesarios.

Nuevos retos

Las confederaciones hidrográficas no serán útiles en este marco si no cambian sus objetivos, actitudes y funciones. Deben responder a las nuevas necesidades y retos. Deben garantizar el acceso de todos los ciudadanos del Estado al agua existente en condiciones de igualdad. Hay que trasladar el epicentro de las políticas del hormigón a la colaboración ciudadana. Hay que hacer de la eficiencia y la innovación tecnológica un factor de sostenibilidad. Hay que recuperar cauces y riberas a la vez que utilizamos, reciclamos y restauramos el agua y los ríos.

Hay, en definitiva, que aplicar nuevos criterios sociales, ambientales y tecnológicos; criterios de desarrollo que complementen y equilibren el componente político - administrativo de los actuales organismos de cuenca.

Así podrán responder a los retos políticos, institucionales y sobre todo, sociales. Además de integrar las nuevas competencias de las comunidades autónomas, es necesaria la participación efectiva de los movimientos sociales y de los colectivos afectados no sólo en cuanto a cumplimiento de las políticas. La concienciación y sensibilización ciudadana ha demostrado ser una variable decisiva en la eficacia de las políticas. En este sentido, la participación de los movimientos ecologistas y organizaciones sociales y el reconocimiento de los sindicatos más representativos como parte interesada y su integración, como mínimo, en los consejos del agua de las confederaciones hidrográficas y del Consejo Nacional del Agua es importantísimo, no sólo en la planificación sino también en la gestión de los recursos hídricos.

 

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