En el trabajo, cáncer cero

Pedro José Linares. Secretario confederal de Salud Laboral de CCOO.

Cada año se producen en nuestro país más de cien mil muertes por distintos tipos de cáncer. Esta cifra justifica por sí sola la necesidad de abordar políticas públicas que intenten paliar esta realidad y que se destinen recursos a la investigación y a la promoción de la salud difundiendo campañas sobre hábitos saludables y de consumo.

Hoy, según estimaciones de la OMS, se considera que en torno al 10% de los cánceres tienen origen laboral. Son razones más que suficientes para que los poderes públicos actuasen con rigor y diligencia en la prevención del cáncer en el ámbito laboral, aunque no parece que esta sea una prioridad

Sin duda, una apuesta absolutamente necesaria, quizá en ocasiones insuficiente, para contribuir a la mejora de la salud pública. Sin embargo, no se prodigan las campañas ni los recursos que aborden esta enfermedad en el ámbito laboral, quizá porque se anteponen -considero que errónea e injustamente- criterios puramente economicistas frente a los de salud. Parece que se asumiera que los daños a la salud derivados de las enfermedades relacionadas con el trabajo son el precio que se debe pagar por el desarrollo económico.

En lo que se considera una de las primeras referencias sobre una enfermedad profesional asociada a un cancerígeno, los primeros trabajos de Percivall Pott en 1775 ya identificaban y asociaban el cáncer de escroto en los jóvenes deshollinadores de Inglaterra a la exposición al hollín de las chimeneas de las fábricas. Hoy, según estimaciones de la OMS, se considera que en torno al 10% de los cánceres tienen origen laboral. Son razones más que suficientes para que los poderes públicos actuasen con rigor y diligencia en la prevención del cáncer en el ámbito laboral, aunque no parece que esta sea una prioridad.

Las personas sufren exposiciones a factores de riesgo tanto por vía directa, al exponerse a las sustancias y elementos susceptibles de dañar en los procesos fabriles y de producción, como por vía indirecta, al afectar las emanaciones de los complejos industriales al medio y éste devolvernos el efecto mediante la contaminación.

La historia ofrece evidencias de que si en el trabajo no se adoptan medidas de seguridad y salud se convierte en causa de la pérdida de la integridad física de los trabajadores.

CCOO siempre ha estado a la vanguardia de la defensa del derecho a la salud de las personas y del medio ambiente. Tenemos claro que en los países desarrollados y en la sociedad global el cáncer es una de las causas de mayor mortandad y morbilidad, junto a las enfermedades cardiovasculares, y creemos que ha llegado el momento de adoptar medidas. No podemos esperar más. La campaña Cáncer cero en el trabajo, lanzada por la Confederación Sindical, trata de alertar de un problema de la máxima gravedad. Son muchos los estudios que evidencian la relación de algunas exposiciones y la aparición de cáncer. El objetivo, por tanto, es mejorar la prevención en el ámbito laboral. Nos proponemos eliminar y reducir el uso y la exposición a agentes cancerígenos. La opción de exponerse en el trabajo no depende de decisiones individuales, de ahí que la defensa frente a la exposición ha de hacerse con una perspectiva colectiva, en la que los sindicatos estamos llamados a abanderar la reivindicación frente a los factores de riesgo.

La prevención es técnicamente posible, identificando sustancias y analizando procesos, conociendo qué se utiliza y cómo, encontrando qué elementos y en qué usos son susceptibles de favorecer o potenciar la aparición de un cáncer por exposición. De ahí se deriva que una vez conocidas las causas y cruzados los datos con los patrones de enfermar, sea por exposición directa o ambiental, la prevención es posible y obligada para quien detenta el control de los medios de producción: ya sea eliminando el uso de cancerígenos, modificando los procesos o protegiendo de la exposición.

Siguiendo los principios de la acción preventiva, pretendemos actuar en el origen del riesgo, evitando su existencia. Sólo si esta fase no es técnicamente posible se emprenderán acciones en el medio de difusión del cancerígeno; evitando en todo momento el contacto del trabajador con el elemento susceptible de potenciar los efectos dañinos.

Es evidente que el cáncer es multicausal y que entre los orígenes de la enfermedad pueden existir factores genéticos; pero también es indudable que los desequilibrios económicos propician que ciertos estratos poblacionales se expongan, sin opción, a procesos con presencia de cancerígenos, ya sea en el medio de trabajo o en el hábitat. Todo ello, sumado a desventajas en el acceso a los medios de detección precoz de la enfermedad, provocan la mayor incidencia del cáncer entre los más desfavorecidos económicamente.

imagen1

La industria no cesa en la investigación para hallar productos más eficaces para la producción, limpieza y desinfección. Incluso citostáticos para paliar los propios efectos de tumores malignos, materiales sintéticos en diversos usos, nanotecnologías, aparatos de telefonía móvil, redes WIFI, radiaciones electromagnéticas, antenas y otros elementos de comunicación sin cable. Lo lógico sería aplicar el principio de precaución ante lo desconocido, pero se impone la tecnología, sin esperar a contrastar los posibles efectos en la salud de las personas expuestas.

El Real Decreto 665/1997 tiene como objeto, en el marco de la Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales, la protección de los trabajadores contra los riesgos para su salud y su seguridad derivados o que puedan derivarse de la exposición a agentes cancerígenos o mutágenos durante el trabajo, así como la prevención de dichos riesgos. En la medida en que sea técnicamente posible, el empresario evitará la utilización en el trabajo de agentes cancerígenos o mutágenos, en particular mediante su sustitución por una sustancia, un preparado o un procedimiento que, en condiciones normales de utilización, no sea peligroso o lo sea en menor grado para la salud o la seguridad de los trabajadores. Por ello, el objetivo fundamental de la campaña es cumplir con la obligación legal que vincula directamente al empresario, ofreciendo alternativas ante los cancerígenos, así como posibilidades de cambio de procesos y metodologías en la producción.

La eliminación del riesgo es lo único seguro, ya que a pesar del debate sobre la existencia de niveles de exposición seguros, cualquier nivel de exposición, por pequeño que sea, siempre eleva la probabilidad de verse afectado por un cáncer.

Una vez identificado el cancerígeno y su presencia en el proceso y para dar cumplimiento a la obligación de reducción de la exposición, la campaña pretende ofrecer herramientas de acción sindical: en el seno de la empresa y las zonas donde están implantadas las mismas; ante las Administraciones e instituciones públicas y con las mutuas y servicios de prevención por sus responsabilidades preventivas, a la vez que intentaremos contribuir y establecer alianzas con otras organizaciones sociales con fines coincidentes.

Los lugares de trabajo requieren actuaciones conjuntas con los delegados y delegadas de prevención, los técnicos de los gabinetes y los trabajadores para identificar e informar sobre la presencia de agentes susceptibles de ocasionar cáncer, los riesgos asociados a su exposición, la importancia de la prevención y el control ante este peligro, invisible en algunas ocasiones. Dentro de esta labor de las empresas está la de divulgar las obligaciones que las normas señalan para los empresarios y activar las actuaciones preventiva y protectora en los centros de trabajo.

Resulta fundamental la identificación de los agentes en todas las fases y procesos, y para ello es imprescindible exigir la información de las fichas de seguridad y el correcto etiquetado de los productos. La evaluación de riesgos, la planificación de la actividad preventiva y la formación e información de los trabajadores y las trabajadoras tienen que ser parte del plan de prevención para garantizar una actuación inte gral, incluyendo también la identificación de los puestos exentos de riesgo para situaciones específicas, como el embarazo y la lactancia natural.

Los trabajadores y trabajadoras disponemos del derecho a la negociación colectiva para mejorar aquellos aspectos que la norma reconoce como derechos y no quedan suficientemente desarrollados. En los convenios colectivos deben incorporarse cláusulas encaminadas a la prevención de la exposición, como el acuerdo cerrado de plazos para la eliminación del uso de agentes o exposiciones en los procesos productivos, protocolos de compras de productos seguros y compromisos de no hacer uso de cancerígenos en presencia de personas. El objetivo es la eliminación de las exposiciones.

También se debe abordar la realidad ajena a la empresa, ya que los agentes cancerígenos se dispersan en forma de contaminación ambiental, generando daños a residentes en zonas de influencia de procesos fabriles, además de daños medioambientales. Es en la empresa donde el sindicato puede desarrollar su acción más efectiva, contribuyendo con ello, por ejemplo, a la mejora de la gestión de emisiones.Pero también existe la posibilidad de actuar más allá de la empresa.

imagen2

La acción política para la prevención del cáncer laboral requiere de actuaciones ante las Administraciones estatales y autonómicas. Su responsabilidad en la mejora de la información sobre los agentes cancerígenos presentes en el ámbito laboral, en los mecanismos de control e inspección, tanto laboral como ambiental y sanitaria, es una pieza fundamental para la prevención del cáncer en general. En este sentido tiene especial importancia el desarrollo de programas de vigilancia de la salud específicos que permitan la detección precoz de la enfermedad y de programas de atención post-ocupacional.

El objetivo fundamental de la campaña es cumplir con la obligación legal que vincula directamente al empresario, ofreciendo alternativas ante los cancerígenos, así como posibilidades de cambio de procesos y metodologías en la producción. En este razonamiento hay que tener en cuenta que muchos trabajadores enfermos de cáncer requieren largos periodos de tratamiento y recuperación, que no siempre son entendidos por quien tiene encomendada la gestión de la prestación económica. Al requerir periodos largos de recuperación, someten a la personas a controles y presiones no razonables desde el punto de vista de la salud. Estas prácticas son absolutamente rechazables y la administración sanitaria y de seguridad social debiera proteger adecuadamente a la persona enferma.

Los legisladores tienen la obligación de regular la fabricación y comercialización de las sustancias, de tal modo que se limiten aquellas con potencial carcinógeno tanto para las personas como para el medio ambiente, así como la de facilitar la información a la población en su conjunto sobre la fabricación, importación y comercialización de productos y sus riesgos potenciales. Debe prevalecer el derecho a la información sobre los intereses comerciales de las empresas.

Finalmente, la generación de alianzas es otra de las apuestas de esta campaña. Una vez realizada la acción sindical en la empresa (identificar los agentes, procesos o exposiciones; mejorar la información para trabajadores, trabajadoras, empresarios y personal técnico; introducidos los planes de revisión de las evaluaciones, eliminación, sustitución, reducción y control; incorporados en la negociación colectiva criterios para la prevención, etc.) es fundamental la actuación comunitaria que permita generar alianzas que favorezcan la información a la población en su conjunto y la promoción de acciones de carácter legislativo y político.

Son muchos los retos planteados, pero la gran determinación de CCOO y el esfuerzo continuado por conseguir mejores condiciones laborales y medioambientales, deben permitir evidenciar que hay personas que han dejado su vida por trabajar y que tal situación era y es evitable.

 

 

 

COMENTARIOS

ESCRIBE TU COMENTARIO

      

    Introduce el siguiente código captcha o uno nuevo.