Horas bajas para las publicaciones de medio ambiente

Después de la época dorada de los 90, las publicaciones relacionadas con el medio ambiente se han ido extinguiendo poco a poco, como especies protegidas: las cabeceras de Ecología Internacional, Ecosistemas, Scenes of the World, Biológica y La Tierra han desaparecido de los kioskos. Aunque se vislumbran algunas salidas, como Internet, el sector está en crisis. Daphnia ha hablado con los responsables de algunas de las publicaciones que hoy quedan con vida para intentar explicar el fenómeno.“La naturaleza está de moda y los suplementos dominicales “robaron”a las revistas especializadas la exclusiva de ofrecer reportajes interesantes sobre fauna, flora y ecosistemas” / “Las revistas impresas se enfrentan a cada vez más problemas, no para aumentar lectores, sino para mantenerlos” / “Las publicaciones electrónicas disponen de muchas ventajas y poco a poco se irán afianzando y ganando terreno”

Para que una publicación sobreviva necesita lectores –que son los que atraen la publicidad- Pero si nos atenemos al estudio realizado este verano por el profesor Juan Díaz Nicolás sobre el compromiso de los españoles con el medio ambiente, nos toparemos con unos datos bastante desalentadores. Del porcentaje de ciudadanos interesados por el medio ambiente, sólo el 1% se informa a través de las revistas especializadas. La mayoría utiliza la prensa, radio o televisión para este menester.

Según Pepa Mosquera, co-directora de Energías Renovables, la razón de la crisis es que el medio ambiente ha dejado de ser un asunto puntual en las páginas de sociedad o reservado a las resvistas especializadas. “La naturaleza está de moda y los suplementos dominicales “robaron” a las revistas especializadas la exclusiva de ofrecer reportajes interesantes sobre fauna, flora y ecosistemas”, señala. Y, por supuesto, añade, “ha habido una falta de adaptación de los medios especializados a las nuevas circunstancias”.

Arturo Larena, uno de los responsables del portal Infoecología (www.infoecologia.com), se pregunta si se está haciendo un periodismo ambiental atractivo, y concluye que el rigor no está ligado con el entretenimiento. También se muestra autocrítico Asensio Rodríguez, director de Comunicación de Greenpeace, organización que edita una revista para sus socios: “Los editores no han sabido encontrar una línea que resulte interesante para los lectores. La mayoría escribe una y otra vez sobre los mismos temas, faltan reportajes de calidad”.

Desde Ecologistas en Acción –que edita Ecologista–, José Luis García, su responsable de Comunicación, pone el énfasis en el carácter reivindicativo de las publicaciones. “La mayoría de las revistas que han cerrado ofrecían una información más visual que escrita y se limitaban en su mayoría a artículos con un contenido pobre y poco reivindicativo. Esta circunstancia, junto a ser revistas con intereses únicamente comerciales, ocasionaba que la retirada de un patrocinador o la disminución de beneficios desemboracaran en su desaparación”.

UN HUECO DEMASIADO ESTRECHO

Creo que no sólo hay hueco, sino que es absolutamente necesaria la existencia de este tipo de revistas”, afirma, Isabel del Álamo, directora de Ambienta, la publicación del Ministerio de Medio Ambiente. Para esta periodista, la clave está en que las empresas y las administraciones “apoyen la aparición y supervivencia de las revistas de medio ambiente”.

También se muestra confiado Luis Guijarro, presidente de la Asociación de Periodistas de Información Ambiental (APIA). “Por supuesto que existe futuro. Pero para ello necesita- mos que los medios de comunicación dejen de promover el periodista todo terreno y apoyen al periodista especializado, que la mayoría de las veces no encuentra una sección en la que realizar su información porque son los propios medios los que no creen en el medio ambiente. Un ejemplo: el Protocolo de Kioto. Ya no estamos hablando de la anécdota sino de un Plan Nacional de Asignación de Emisiones que tiene de cabeza a muchos sectores empresariales”.

Para otros, como José Santamarta, director de la edición española de la revista WorldWatch, el hueco existe, “aunque es un nicho muy pequeño”. Y añade: “No soy partidario del vale todo con tal de atraer lectores. Hay quien ha tratado de aligerar contenidos y meter mucha foto y son los que han cerrado. Sobrevivimos los más “serios” y yo voy a seguir siéndolo, sin condiciones al sensacionalismo y al amarillismo”.

Una de las posibles alternativas son las publicaciones on-line. “La amplia gama de medios de comunicación que hoy existe hace que las revistas impresas se enfrenten a cada vez más problemas, no para aumentar lectores, sino para mantenerlos. Las publicaciones electrónicas disponen de muchas ventajas y poco a poco se irán afianzando y ganando terreno”, asegura José Luis García.

Para Arturo Larena, “Internet supone una oportunidad excepcional para todos aquellos que tienen algo que contar. A los periodistas, les permite hacer algo que hace sólo unos años era un sueño, tener su propia revista o diario a unos costes muy inferiores a los de los medios impresos. En el caso de la información ambiental en castellano supone romper la barreras geográficas y llegar a un potencial de más de 500 millones de lectores iberoamericanos”.

EL MILAGRO QUERCUS

Y en este mar de fondo, sigue flotando Quercus, la revista decana de la prensa ambiental, como reza su cabecera, con 23 años a sus espaldas. Nació como publicación trimestral y al poco tiempo dio el salto a la periodicidad mensual. Atravesó un pequeño declive y se estabilizó, hasta hoy. Cuenta con 5.000 suscriptores fieles que hacen que el proyecto siga siendo viable a pesar de que tenga pocos ingresos por publicidad.

¿Las claves del “éxito”? Rafael Serra, su director, apunta algunas explicaciones: “Seguramente a que hemos respetado siempre nuestra línea editorial, al hecho de haber conservado un mismo enfoque, crítico y riguroso. Los contenidos de Quercus interesan a un número crítico de lectores, indispensable para que la revista siga existiendo. No son muchos pero sí muy fieles”. Además, añade, “la revista se hace con una economía de guerra, sin que los gastos se disparen nunca, lo cual incluye nuestros sueldos. Esta fórmula (coherencia en cuanto a contenidos, complicidad con los lectores y bajo presupuesto) contribuye decisivamente al éxito relativo de la revista. Un éxito más basado en la seriedad y la capacidad de resistencia que en el mero negocio editorial”.

Javier Morales
Redactor jefe de Daphnia
jmorales@ccoo.es

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