Biocombustibles

La Unión Europea se ha fijado el objetivo de que en 2020 el 10% del combustible que se emplea en el transporte proceda de la biomasa. En Brasil, la cuarta parte de los vehículos funcionan ya con etanol y en Estados Unidos se considera a los biocombustibles como una alternativa viable al petróleo en el transporte. Pero no son pocas las voces que en los últimos años están alertando del uso insostenible de este recurso por su impacto en la carestía de los alimentos y en la desforestación de amplias zonas del planeta. El debate no ha hecho más que empezar.

 

En los últimos años, los biocarburantes han cobrado mayor importancia ya que se proponen como alternativa al petróleo y sus derivados en el transporte. La Directiva 2003/30/CE define como biocarburante cualquier combustible líquido o gaseoso para transporte producido a partir de biomasa, considerando como biocarburantes a los siguientes compuestos: bioetanol, biodiésel, biogás, biometanol, biodimetileter, bioETBE (bioetilterbutileter), bioMTBE (biometilterbutileter), biocarburantes sintéticos y aceite vegetal puro. De acuerdo con los objetivos de la Unión Europea de sustituir el 5,75% de la gasolina y el gasóleo por biocarburantes en 2010, se da prioridad a dos líneas fundamentales de actuación: la sustitución de la gasolina por el bioetanol y el gasóleo por el biodiésel.

El biodiésel se obtiene a partir de la transesterificación de aceites vegetales y grasas animales. Sus propiedades son similares a las del gasóleo, por lo que se pueden mezclar en cualquier proporción e incluso sustituirse totalmente en aplicaciones de automoción. Dentro de las materias primas para su elaboración destacan los aceites vegetales convencionales (aceite de girasol, de colza, de coco, de soja y de palma), aceites vegetales alternativos (de Brassica, de Cynara, de Carmelina y de Jatropha) y grasas animales (sebo de vaca, sebo de búfalo y aceites de fritura).

El bioetanol se produce a partir de la fermentación de los azúcares que se encuentran en los productos vegetales. Estos azúcares están combinados en forma de sacarosa, almidón, hemicelulosa y celulosa. Las materias primas que se utilizan para la producción de etanol proceden de biomasas azucaradas o amiláceas, tales como maíz, sorgo, remolacha, caña de azúcar, trigo y cebada, entre otras.

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En el año 2001, la Comisión Europea publicó un Libro Verde que pretendía fijar la estrategia europea para el abastecimiento energético. En este documento se constata la enorme dependencia energética de Europa, así como la imposibilidad de cumplir los compromisos de Kioto sin tomar medidas drásticas. Como consecuencia del Libro Verde, en 2002 se adoptó un Plan de Acción y dos propuestas de directiva para fomentar el uso de carburantes alternativos para el transporte.

El Plan de Acción perfila una estrategia para conseguir que en 2020 un 20% de los carburantes utilizados en el sector del transporte por carretera sean carburantes alternativos. En cuanto a la primera de las directivas se establece un porcentaje mínimo obligatorio de consumo de biocarburantes en el año 2005. Este porcentaje se fija en el 2% del conjunto de carburantes de automoción. A partir de 2005 se prevé que aumente un 0,75% anual hasta llegar a un 5,75% en el 2010.

La segunda propuesta de directiva se refiere a la posibilidad que se les concede a los Estados miembros de aplicar un tipo reducido del impuesto especial a los biocombustibles puros o con mezcla siempre que se utilicen como carburante de automoción o combustible de calefacción.

Según el observatorio europeo Eurobserver, en 2006 el consumo de biocarburantes alcanzó las 5,38 Mteps en Europa, porcentaje que corresponde al 1,8% del consumo de combustibles en el transporte. Si bien esta cifra indica una notable contribución respecto al año anterior (1% en 2005 sobre el total), también permite entrever el camino que queda por recorrer para cumplir con el objetivo del 5,75% para 2010.

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 Los objetivos de España en materia de biocarburantes se especifican en el Plan de Energías Renovables (PER) 2005-2010, el cual cifra –en concordancia con los planes europeos– el 5,75% de biocarburantes en el transporte para 2010, que corresponde a unas 2.200 Kteps. La producción de biocarburantes en 2007 se contabilizó en 334 Kteps (biodiésel 152 Kteps y bioetanol 182 Kteps).

Aunque en España se cuenta con un enorme potencial para el desarrollo de estos biocombustibles, –como indica la existencia de 22 plantas de biodiésel con capacidad de producción de 800.000 toneladas– existen una serie de aspectos que impiden el desarrollo previsto. Tal es el caso de aquellos biocombustibles procedentes de Estados Unidos, que gozan de un doble beneficio fiscal al percibir ayudas tanto en el lugar de origen como en el de consumo. En 2007, por ejemplo, las importaciones a España de biodiésel procedente de Estados Unidos alcanzaron unas 150.000 toneladas, las cuales representaron el 50% del mercado español.

Actualmente, la sección de biocarburantes de la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA) está formulando una propuesta de revisión de los beneficios fiscales otorgados a los biocombustibles provenientes de terceros países con el fin de estimular la producción nacional y con ella mantener no solo los beneficios ambientales logrados hasta el momento, sino también las aportaciones sociales como la creación de nuevos empleos.

Javier Orlando
jorlando@istas.ccoo.es

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