Termómetro de la lucha contra el cambio climático

Un arancel europeo sobre el carbono.

A mediados de abril de este año el primer ministro francés, Nicolas Sarkozy, y el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, pidieron que la Unión Europea aplicara un arancel de carbono a las importaciones procedentes de países que no se sumen al acuerdo internacional de lucha contra el cambio climático.

El objetivo de este impuesto sobre las importaciones sería evitar deslocalizaciones de empresas europeas a territorios que imponen menos exigencias medioambientales.

El que la propuesta haya salido de esos dos "líderes" de la derecha europea no predispone a tener una valoración positiva de la misma pero, entrando en el fondo del asunto, merece la pena profundizar sobre ella, sobre todo cuando ha sido defendida con anterioridad por reputados economistas como Paul Krugman.

El no establecimiento de objetivos vinculantes en materia de reducción de emisiones de CO2 en la Cumbre del Clima de Copenhague en 2009 obliga a la Unión Europea a diseñar una política de palo y zanahoria respecto a otros países con menores compromisos de reducción, ya que en caso contrario la generalización de un impuesto sobre el carbono en los países de la UE podría tener efectos muy adversos en la competitividad de los productos industriales europeos. Hay que recordar que Dinamarca, Finlandia y Suecia ya aplican algún tipo de impuesto sobre el carbono, a veces parcial, y que Francia ha anunciado que lo implantará en 2010.

En la medida que un impuesto sobre el carbono aumenta los precios de los productos en proporción a sus emisiones de CO2 desalienta éstas, pero a la vez reduce la competitividad de las empresas que no son capaces de reducir sus emisiones.

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Si parte importante de los países emergentes, o los mismos EEUU, rechazan desarrollar políticas que reduzcan voluntariamente las emisiones de gases de efecto invernadero puede dar lugar a una competencia desleal, ya que sus productos siendo más contaminantes resultarían más baratos, al no internalizar en sus costes de producción los efectos generados por las emisiones de gases contaminantes.

Esto podría generar una tendencia a la deslocalización de actividades productivas de la UE hacia aquellos países que no tuvieran impuestos sobre carbono, incluso para suministrar esos mismos productos a los mercados de la UE.

Un arancel sobre el carbono a los productos importados, de cuantía similar al impuesto nacional, podría ser una formula eficaz para evitar esa competencia medioambientalmente desleal y a la vez un incentivo para que esos países se comprometieran a tomar medidas eficaces para reducir las emisiones de CO2.

Pero podría argumentarse, por parte de los países contaminantes, que un arancel sobre el carbono sería una violación de los principios de libre comercio, es decir que sería recurrible ante la Organización Mundial del Comercio.

El tema tiene tanta complejidad que la 2ª Conferencia del programa Pensar en el Futuro del Comercio Internacional (PFCI), de la OMC, realizada del 16 al 18 de junio de 2010 versó sobre Cambio climático, comercio y competitividad: cuestiones para la OMC.

Cabe destacar que en una de las ponencias presentadas, y mencionadas en el resumen final de la conferencia, se reconocía que el Protocolo de Montreal, establecido para proteger la capa de ozono, ya recogía la posibilidad de establecer restricciones comerciales para reforzarlo y hacerlo más efectivo, aunque nunca fue necesario ponerlas en funcionamiento

Indudablemente, la solución final será política y dependerá del peso económico y político de los países contaminantes. Si finalmente son tan sólo un puñado de pequeños países emergentes es posible que se tengan en cuenta las consideraciones expresadas por Paul Krugman en el sentido de que es más importante evitar una catástrofe planetaria generada por el cambio climático, que mantener los mercados mundiales abiertos.

Pero si importantes países emergentes como China, la India o Brasil, o incluso EEUU optan por no implicarse en la lucha contra el cambio climático, un arancel sobre el carbono significaría el inicio de una guerra comercial sin precedentes y. sobre todo, lo que es más grave, la evidencia de que el calentamiento global superará los dos grados centígrados, que según el consenso científico supone la irreversibilidad de muchas alteraciones en importantes ecosistemas, lo que afectará a la supervivencia de millones de personas en el planeta.

Bruno Estrada López
Director de Estudios de la Fundación 1º de Mayo

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