¿Para cuándo?

Desarrollo rural sostenible.

El cambio de modelo productivo en nuestro país debe abordar y solucionar, sin posibilidad alguna de sortear u obviar la cuestión, el problema del desarrollo rural.

La senda hacia la sostenibilidad ambiental, la equidad social y la viabilidad económica pasa por profundos cambios en la industria, la construcción y el transporte, pero, y es esencial tenerlo presente, también recorre los espacios naturales y costeros, los campos y los montes. El futuro del medio rural forma parte del futuro del conjunto del país. No puede aspirarse a un desarrollo equilibrado sin que el mismo se dé en la ciudad y en el campo, entre la sociedad urbana y la rural.

Abordar la cuestión del desarrollo rural exige, tras los largos años del desarrollismo salvaje del ladrillo y las grandes infraestructuras, identificar y descartar las falsas ideas que subyacen en el pensamiento económico y en la orientación de las elites y, por contagio, en el imaginario de la mayoría social. Comenzando por lo más sencillo. El campo no es simplemente donde acaba la ciudad, ni el medio rural es el extraño lugar "fuera" de la urbe, ni es el paisaje que -a forma de decorado- nos entretiene en los viajes del AVE. El siguiente paso a dar es comprender que existe una inaceptable colonización territorial urbana y que, por tanto, es necesario concluir que el campo no es un subalterno de la ciudad, ni el sector primario está al "servicio" del resto de la economía. El mundo rural es un subuniverso del conjunto social y natural que tiene razón de ser y vida propia y que interacciona con la metrópoli industrial y de servicios en una imprescindible relación simbiótica.

Para adentrarse conceptualmente en lo que denominamos medio rural y las cuestiones fundamentales del desarrollo el lector puede hacerlo en el presente dossier con el artículo El programa de desarrollo rural sostenible de Carlos Martínez Camarero, que introduce y ordena la comprensión del resumen del contenido del primer Programa de Desarrollo Rural Sostenible (PDRS). Dicho programa, con vigencia para el periodo 2010-2014, fue aprobado por el Gobierno mediante el Real Decreto 752/ 2010 de 4 de junio en aplicación de la Ley 45/2007.

Metástasis urbana, anemia rural

La distribución territorial de la población en España es una muestra del desequilibrio del modelo de crecimiento. Según el Padrón Municipal de Habitantes publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), si en 1999 el 19,4% de la población española residía en algún municipio calificado como rural, diez años más tarde ese porcentaje se redujo hasta el 17,7%. Hoy, el 80% de la población se sitúa en áreas que no llegan al 20% del territorio, extremo éste que se agudiza con el proceso de "litoralización" plasmado en el asentamiento periférico del 44% de la población residente en los municipios costeros que apenas representan el 7% del total del suelo, según el informe Destrucción a toda costa de Greenpeace publicado en 2010. Una primera mirada sobre el recurso natural suelo nos permite deducir su ineficiente ocupación.

“El desarrollo rural como el resto de aspectos del cambio de modelo productivo no es posible sin la activa participación de las y los trabajadores y de sus representantes” En los últimos 20 años se ha destruido diariamente en la costa la superficie equivalente a unos ocho campos de fútbol. La superficie artificial generada en los últimos diez años se efectuó sobre feraces superficies agrícolas (en un 65,7%), áreas forestales (25,9%) y humedales y láminas de agua de alto valor ecológico (1%). La burbuja inmobiliaria provocó un aumento de la urbanización a un ritmo del 25,4% y de la superficie artificial del 29,5%, mientras la población lo hacía en un 5% en la década de 1990 a 2000. Resultado: en 2008 había en España tres millones de viviendas vacías a costa de sacrificar por cementación suelos de gran riqueza productiva y ecológica. Pero, a la vez, se ha consolidado una España de dos velocidades: la urbana y la rural. Segmentación que abarca el conjunto de aspectos de la vida social: cultura, servicios, economía...

Ante esta enfermedad, los trabajos Recuperar el territorio ordenado en el medio rural de Juan Requejo Liberal y Los retos de los territorios rurales en un contexto de sostenibilidad de J.E. Guerrero Ginel, ofrecen una importante reflexión en el terreno de los criterios, que más allá del grado de acuerdo con los mismos que cada lector pueda tener, plantean buena parte de los debates fundamentales. Concha Gómez Mogio, secretaria de Medio Ambiente y Salud Laboral de CCOO de Extremadura y Ramón Barco Alcón de la Secretaría Técnica diseñan, en su artículo Procesos de estrategia, gobernanza y evaluación en el medio rural extremeño, un plan de acción para impulsar la coordinación y sinergia de todos los recursos disponibles en pos del desarrollo rural, lo que en su región equivale a impulsar el quid de la cuestión.

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Agricultura, ganadería y empleo en estado crítico

El modelo agrícola español tiene una baja productividad económica y un alto impacto ambiental, tanto del lado de los recursos que consume como de las emisiones que produce. Es intensivo en fertilizantes y fitosanitarios -muy contaminantes- y permisivo con los cultivos transgénicos. En 2008 la agricultura ocupaba el 49,8% del territorio, empleaba al 4,4% de la población activa, aportó el 2,8% del PIB, produjo el 10,5% de los gases de efecto invernadero (GEI) y consumió el 75% del agua disponible. En el caso del regadío, que se está extendiendo a zonas semidesérticas o con déficit hídrico, consumió la astronómica cantidad de 15.313 hectómetros cúbicos en un país con problemas de escasez y calidad del agua, lo que presiona a favor de realizar grandes obras hidráulicas. Por su parte, la ganadería intensiva estabulada, además de presentar problemas específicos de naturaleza económica, también contribuyendo de forma notable a la emisión de GEI y a la contaminación de suelos y acuíferos.

Maruja Sánchez nos expica en su artículo Adaptación de la PAC al nuevo marco normativo europeo, cómo una de las patas de la política agrícola común debe ser la del desarrollo rural sostenible.

En el medio rural se han desarrollado escasas alternativas ocupacionales a las tradicionales, lo que se traduce en una tasa de actividad del 47,2%, según la Encuesta de Población Activa del INE para 2008, y un desempleo del 13,9%, cifras que la alejan de la realidad urbana. Nos encontramos ante un modelo productivo insostenible e incapaz de arraigar la población en el territorio, lo que ha intensificado el proceso pre-existente de despoblamiento, envejecimiento y masculinización del medio rural.

El impulso de la aplicación energética de la biomasa, de la industria agroalimentaria en el medio rural, de la silvicultura, el turismo, la gestión de los espacios naturales y la agricultura ecológica, son, entre otras, las soluciones productivas que pueden reunir los criterios de sostenibilidad ambiental y social. Para ponerlas en valor es necesario tener ideas claras en cada uno de los aspectos y, especialmente, en la concepción de conjunto sobre los objetivos, el proceso y los agentes del cambio.

Pistas en el buen camino

Uno de los campos más prometedores, el de la energía a partir de la biomasa, se aborda en este dossier de la mano de Javier Díaz, en el artículo ¿Qué pasará con la bioenergía?, que se centra en la situación y aplicaciones de la biomasa sólida. El equipo de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Rural de la Federación Agroalimentaria de CC OO aporta dos útiles e interesantes trabajos. En el titulado Nuevos nichos de empleo en el mundo rural efectúa una aplicación de los satisfactores sinérgicos de Max-Neef, y en el titulado Los alimentos también dejan huella de-sarrolla la explicación de la construcción de un indicador comparatista, la huella laboral y del carbono, con alta capacidad informativa sobre los productos alimenticios para los consumidores, lo que redundará en mayor transparencia y en un plus para la agricultura y ganadería ecológicas, que salen bien paradas en la comparación.

Para avanzar en los profundos y radicales cambios que requiere el desarrollo rural de nada vale importar -sin traducción y mediación- modelos ajenos. Obviamente es necesario conocer experiencias y aprender de las mismas, pero el desarrollo nace de las entrañas de cada situación y sus coordenadas físicas, culturales, económicas y sociales. Aún menos útil que la copia es diseñar constructos mentales ilustrados pero no basados en la participación activa de los agentes sociales: no hay ingeniería social útil al margen de la decisión democrática.

En suma, el desarrollo rural, como el resto de aspectos del cambio de modelo productivo, no es posible sin la activa participación de las y los trabajadores y de sus representantes.

 

 

 

Manuel Garí
Director de Medio Ambiente de ISTAS

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