Más allá del reciclaje, avanzar hacia la producción limpia, el ecodiseño y los biomateriales.

Carlos Martínez Camareno, Secretaria Confederal de Salud Laboral y Medio Ambiente de CCOO

El interés que ha despertado el paquete europeo de economía circular es unánime y sus ventajas parecen no admitir discusión: se reduce la necesidad de importación de materias primas cada vez más escasas, mejoramos la eficiencia del sistema productivo, evitamos impactos ambientales, ahorramos recursos y generamos economía local y empleo. Si todos estamos de acuerdo en que se generarán todas estas ventajas ¿bastará con enunciar el planteamiento y el sistema productivo evolucionará en esa dirección?

Nos tememos que la respuesta a una pregunta tan sencilla sea no Comopasa en muchos otros ámbitos de la actividad económica, hay muchos sectores a los que les viene bien seguir produciendo según el paradigma económico actual , es decir, sin apenas requerimientos ni limites. Existen pues diferentes visiones sobre el alcance y la profundidad de la economía circular.

Por ejemplo en lo que se refiere a la recuperación de materiales para el reciclaje hay intereses en mantener el modelo de gestión actual basado en ineficientes plantas de separación de la basura y en incineradoras. De hecho quienes insisten mucho en la idea de “vertido 0”, y no de “residuo 0”, es porque quieren favorecer la incineración. También hay muchos intereses para que no existan restricciones a la puesta en el mercado de los envases y embalajes que se emplean en el modelo de distribución y consumo.

Para avanzar en la prevención, la reutilización y el reciclaje no van a ser suficientes medidas de sensibilización, apoyo e incentivación. Va a hacer falta, por ejemplo, reglas para evitar la puesta en el mercado de ciertos envases superfluos, de materiales difícilmente reciclables, de productos desechables o para establecer obligaciones como la de separación selectiva de la materia orgánica, el pago por ciertos envases (bolsas de plástico) o el depósito para retorno del envase en otros (latas y envases ligeros de bebidas). Muchos fabricantes, envasadores o gestores de residuos no quieren cambios, están cómodos con el sistema actual. Otros muchos sí los aceptan o desean.

La reutilización es, por ejemplo, un aspecto que necesita un impulso dentro del paquete de economía circular. Parece cómo que los canales de actividad económica que se enfocan a la reutilización de productos (equipos electrónicos, ropa, muebles, envases de vidrio u de otros materiales…) no interesaran mucho a las instituciones europeas. El objetivo de reutilización se ha subsumido en el de reciclaje y no se prevé un desarrollo normativo específico para su impulso.

Pero para nosotros la economía circular tiene otra dimensión además de la recuperación de los residuos para reutilizarlos o reciclarlos en el ciclo productivo. El modelo de producción tiene que ser limpio. Tiene que estar basado en la sustitución de las sustancias peligrosas, en el ecodiseño y en la bioeconomía.

Producción limpia

La economía circular debe enmarcarse en la producción limpia. Hay que evitar las sustancias tóxicas en la etapa del diseño de los productos y materiales para que si después entran en el circuito del reciclaje no pongan en peligro ni la calidad de los materiales resultantes ni la salud de los trabajadores ni de la población.

En Europa hay para ello algunos instrumentos como la directiva de prevención y control integrado de la contaminación, que debería promover la implementación de las mejores técnicas disponibles (MTD) en los procesos industriales, y el reglamento REACH sobre sustancias químicas. Pero hace falta una aplicación más estricta y ambiciosa de REACH para restringir el uso de las sustancias más peligrosas, por ejemplo en los equipos electrónicos. De ello depende la capacidad de esos productos para circular en el proceso de recuperación material.

Ecodiseño

Ya hemos dicho que no es suficiente con intentar recuperar el máximo de materiales de los productos que las empresas ponen en el mercado. Hay que establecer reglas para garantizar la durabilidad, reparabilidad y reciclabilidad de los productos. Algunos países como Francia han aprobado leyes para castigar la obsolescencia programada. Y así como se ha regulado la eficiencia energética de los productos la futura directiva sobre ecodiseño debería asegurar que los materiales de los mismos se pueden incorporar fácilmente a procesos de reutilización o de reciclaje.

Bioeconomía

La economía circular debe incorporar el planteamiento de la bioeconomía. La bioeconomía no es más que el mayor uso de materiales de procedencia biológica en el sistema productivo. La bioeconomía está ligada a la producción de alimentos, a la utilización de la madera y sus derivados (papel) en múltiples aplicaciones o al uso energético (biomasa) de los recursos biológicos. Pero también implica la utilización de materiales orgánicos de muy distinta procedencia en fabricación de “bioproductos” sustitutivos de los derivados del petróleo. Esto puede incluir una amplia gama de productos como bioplásticos, biolubricantes, aditivos alimentarios naturales, barnices, cosméticos, disolventes de base natural, fertilizantes orgánicos (compost), biodetergentes, aceites, pinturas y muchos otros productos basados en lo que se conoce como “química verde”.

Además de impulsar las economías rurales y locales este ámbito de la bioproducción puede sustituir la utilización de derivados del petróleo y de materias primas minerales y reducir, por tanto, la presencia de sustancias tóxicas en los procesos productivos. Es una vía, desde luego parcial pero significativa, para avanzar hacia la producción limpia y la economía circular dado su carácter de materias primas renovables.

La Unión Europea publicó una Estrategia de Bioeconomía en 2012 y posteriormente el Gobierno ha aprobado una Estrategia Española de Bioeconomía Horizonte 2030, con planes de actuación anuales. La pregunta clave es si estos eplanes van a estar adecuadamente dotados y apoyados en su desarrollo pues de ello dependerá que la bioeconomía avance en España.

Pero ya hemos señalado antes que los planes y estrategias no son suficientes y que estamos acostumbrados a que se conviertan en papel mojado. Para desarrollar la economía circular con esta dimensión y alcance hace falta normas que regulen cada ámbito y fiscalidad adecuada y ello no se puede implantar sin voluntad política.

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