El medio ambiente en Europa. Las sustancias químicas. ¿Bajas dosis, grandes implicaciones?

Principales productos ecotóxicos.

Al margen de los beneficios indudables que la química ha supuesto para el desarrollo de la sociedad, hoy su papel está siendo cuestionado por los riesgos que está suponiendo para el hombre y los ecosistemas.

Se tiende a concretar al máximo los beneficios, incluso en términos socioeconómicos y a dejar parte de los riesgos al nivel de potenciales cuando no se pueden demostrar inequívocamente. Pero el sistema empieza a tambalearse cuando su propia base, que es la confianza de los usuarios y consumidores se ve crecientemente debilitada por las noticias cotidianas sobre los riesgos, sobre todo por contaminación de agua potable, y en general del uso de productos alimentarios, lo que hace que los países y consumidores que se lo pueden permitir se refugien cada vez más en los denominados "productos ecológicos".

A la alarma de los llamados disruptores endocrinos, que potencialmente afectarían a las funciones reproductoras del hombre y de la fauna, siguen los efectos no deseados por el uso intensivo (y al parecer innecesario) de antibióticos en la alimentación del ganado porcino y en el tratamiento de frutas y verduras y que parecen determinar casos de resistencia en las personas a los antibióticos de último recurso y con consecuencias fatales.

Para mejorar la calidad ambiental haría falta una reducción de los residuos que se vierten al medio y reducir la exposición inaceptable a un creciente número de sustancias químicas. Menos vertidos (o "outputs") y de calidad aceptable.

Pero para asegurar dichas mejoras y entrar en procesos de desarrollo sostenible hay que añadir a lo anterior una mejora de la calidad de vida con menos entradas o consumo de recursos no renovables o de uso limitado y, además, respetando la funcionalidad de los procesos o sistemas básicos. Menos entradas (o "inputs") totales (directas e indirectas) de materiales y energías no renovables.

Y aquí otra vez volverían a parecer las sustancias químicas como clave, estamos y vivimos en un mundo dominado por y dependiente de las sustancias químicas y sobre todo de las sintetizadas por el hombre. Tanto la mejora como la sostenibilidad del desarrollo van a depender, sobre todo, del uso sostenible de las sustancias químicas.

La Agencia Europea de Medio Ambiente ha publicado su segundo manifiesto sobre sustancias químicas (www.eea.eu.int), del que se infiere que pueden existir grandes riesgos incluso con pequeñas dosis. Ni siquiera sabemos la envergadura del riesgo y nos va en ello nuestra salud y la de los ecosistemas.

La industria química apunta a que empieza a ser consciente de que se juega su propia supervivencia en un mercado cada vez más sensibilizado con el tema ambiental, quizá por ello es el sector industrial básico que más avanzado en materia de sostenibilidad de los procesos productivos e, incluso, algunas empresas han dado un primer paso hacia la sostenibilidad del uso de sus productos introduciendo la prestación de servicios (protección de cosechas, servicios de salud, agroquímica…) en lugar de la fabricación y maximización de venta de productos (pesticidas, fertilizantes, medicamentos…). Pero todavía queda mucho por hacer.

Se abre un camino para una revisión de planteamientos, que ya está poniéndose en marcha a nivel comunitario y anticipada por algunos Estados miembros de la UE, incluyendo:

  • La aplicación más rigurosa del principio de precaución, aún cuando la incertidumbre científica es alta, permitirá la prohibición de algunas sustancias bioacumulables y con efectos tóxicos irreversibles.
  • La reducción drástica de "descargas" al medio ambiente de ciertas sustancias, especialmente de las persistentes, llegando a "vertido cero" o a "exposición no deseada cero".
  • La sustitución de unas sustancias por otras menos peligrosas.
  • Aplicación asociada creciente de tasas, e incluso impuestos, a las sustancias químicas, para aumentar su uso ecoeficiente.
  • La atención creciente a los "productos finales" y el apoyo a la llamada "química blanda" a partir de cosechas o plantaciones industriales renovables.

A menos a nivel europeo, se puede apreciar un cambio de actitud para una revisión. Ya no son sólo grupos científicos más o menos concienciados o las ONGs más activas las que lo reivindican, son también las federaciones y empresarios de la química los que piden como parte de su futuro o "negocio sostenible" y, finalmente el estamento político, en especial la Comisión, se siente respaldada para iniciar un replanteamiento profundo del sistema de control de sustancias químicas en el que ha sido pionera (las Directrices Comunitarias son las más ambiciosas y son anteriores, 1967, incluso a una política ambiental comunitaria que se perfiló en 1972).

Se espera que la Agencia Europea de Medio Ambeinte, en su función de órgano de la UE independiente, continúe en su labor de información que contribuya a despertar a este campo de la química transformando este desafío, una vez más, en oportunidad.

Domingo Jiménez Beltrán
Director Ejecutivo
Agencia Europea de Medio Ambiente 

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