“Territorio enladrillado: la vergüenza urbanística”

 

Escándalo, inmoralidad, vergüenza urbanística…Faltan calificativos para describir la verdadera dimensión y las implicaciones de la explosión de ladrillo, asfalto y hormigón acontecida en España en el último decenio, perpetrada al amparo de la visión neoconservadora ultraliberal –consistente, en realidad, en que el ladrillazo es el mejor y más sencillo de los negocios que tuvo su plasmación legislativa en la vergonzante Ley 6/98 del todo urbanizable del anterior Gobierno.

Lo que se ha hecho, lo que se sigue haciendo en la costa mediterránea, Levante, Murcia, norte de Almería, Costa del Sol, zonas de Baleares, región madrileña y tantos y tantos municipios españoles –el monstruo es voraz y se extiende por doquier-, debería llevarnos a sentir una especie de vergüenza colectiva: hemos fallado estrepitosamente como sociedad al permitir una barbarie semejante que ha enriquecido extraordinariamente a unos pocos, vapuleando los intereses generales y masacrando el territorio.

Aniquilación de paisajes, pérdida de biodiversidad, despilfarro de recursos naturales y públicos, sobredotación de infraestructuras de transporte, empleo precario, siniestralidad laboral, urbanismo especulativo y depredador, irracional, expansivo y recalificador, banalización de la arquitectura y del urbanismo –hasta cultivar el más absoluto feísmo- al servicio del negocio, precios de la vivienda a niveles “imposibles”, excesivo endeudamiento familiar, pérdida de calidad de vida de los ciudadanos, son algunas de las consecuencias ecológicas, sociales y económicas del ladrillazo. Muchas de ellas son una carga de profundidad contra la cohesión y la sostenibilidad de una sociedad cuyo indudable progreso económico ha pivotado, en demasía, sobre el monocultivo del ladrillo, a un nivel muy superior al aconsejable, hasta el punto de generar incertidumbres e interrogantes de futuro que habrá que ver cómo afrontamos en los próximos años.

Íntimamente relacionado con este fenómeno, el abuso y la corrupción urbanística –que unen política, poder y ladrillo en un peligroso cóctel– vienen afectando seriamente a la calidad democrática de nuestro país y a la moral colectiva, además de ensombrecer nuestra imagen y credibilidad internacional, algo que no parece preocupar demasiado a ciertos patriotas del ladrillo.

En definitiva, un callejón en el que nos han metido/nos hemos dejado meter, y del que no será fácil salir indemnes, todo ello propiciado por el terreno abonado que supone el problema de financiación de los ayuntamientos –nefastamente vinculada al ladrillo en la actualidad– y la falta de transparencia en los ingresos/gastos de los partidos políticos, asuntos ambos cuya urgente solución constituye una verdadera asignatura pendiente de nuestro estado de derecho.

En cierto modo, este tsunami urbanístico no sólo nos ha quitado y arrumbado para siempre paisajes y territorios, también nos ha arrebatado algo que nos pertenecía y que tiene que ver con la esencia y con la dignidad de la condición de ciudadanos.

¿Y ahora, qué podemos hacer?, desde luego, no resignarnos. Tendremos que –igual que después de una batalla– lamernos las heridas, ver cuáles y cuántos son los daños, medirlos, identificar aquéllos que son irreversibles –desgraciadamente, serán mayoría–, ver cuáles pueden ser mitigados, restaurados…, y sobre todo, abordar el problema como una verdadera cuestión de Estado, un objetivo que, sencillamente, debería unir a todos los ciudadanos decentes.

Habrá que investigar a fondo –caiga quien caiga– la corrupción urbanística, recuperar el urbanismo secuestrado por los “señores del ladrillo”, potenciar los servicios públicos de inspección y vigilancia del territorio, del medio natural, y de la legalidad urbanística, potenciar la especialización de jueces y fiscales, dotarles de medios. Algunas medidas adoptadas por el actual Gobierno nacional van en este sentido y serán enormemente positivas, entre otras, la reforma de la Ley 6/98 del Suelo, una norma impresentable.

En definitiva, tenemos por delante una importante tarea: poner las bases para blindarnos como sociedad frente a la barbarie, frente a los sin escrúpulos, para que otra vergüenza urbanística como ésta no pueda volver jamás a repetirse en España.

Jose Luis Diaz Cuadrado es coautor del libro:
“Otro urbanismo es posible.Siete miradas sobre Madrid”
Luis Felipe Alonso, José Luís Díaz, Jesús Gago, Eduardo Mangada, Javier Méndez, Damián Quero y Bernardo Ynzenga
Ediciones GPS - Madrid. 266 páginas. 15..

 La publicación recoge los trabajos de siete profesionales del urbanismo madrileño, haciendo una reflexión sobre la ciudad de Madrid en su actualidad, y los procesos de urbanización que se están desarrollando en el territorio de la Comunidad Autónoma. Se reflejan alternativas en cuanto a contenidos, y se muestran los instrumentos que deberían poner coto a los desmanes actuales orientando los futuros desarrollos urbanísticos dentro de un espacio culto, socialmente eficaz y coherente con una política basada en la sostenibilidad.

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