La nueva política de residuos de la UE favorece la incineración

La aprobación de la nueva Directiva Marco de Residuos puede suponer en la práctica que se priorice la incineración –que tiene graves efectos sobre la salud y el medio ambiente– respecto al reciclaje para un volumen muy importante de residuos urbanos1.

Una de las razones es que la nueva directiva establece que la incineración de residuos urbanos ya no es una operación de eliminación –y por tanto en el último lugar de la jerarquía de tratamiento de residuos– sino una operación de valorización si estas instalaciones cumplen con una determinada fórmula de eficiencia energética.

El Real Decreto 653/2003 sobre incineración de residuos define las instalaciones de incineración como cualquier unidad técnica o equipo dedicado al tratamiento térmico de residuos mediante las operaciones de valorización energética o eliminación. En el concepto de tratamiento térmico se incluye la incineración por oxidación de residuos, así como la pirólisis, la gasificación u otros procesos de tratamiento térmico, como el proceso de plasma.

En estos momentos hay once incineradoras en funcionamiento con una capacidad de tratamiento de 2.072.801 toneladas al año de residuos urbanos (RU).

Nuevos proyectos de incineración

Además de estas instalaciones, existen nuevos proyectos de incineración de residuos en diferentes fases de implantación. El Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino prevé la construcción de una incineradora en Ceuta con una capacidad de tratamiento de 40.000 toneladas al año (t/año), incluida en el anterior borrador del Plan Nacional Integrado de Residuos (PNIR). Por otro lado, hay proyectos de incineradoras ya adjudicados como el de Alcalá de Henares en Madrid, con una capacidad de tratamiento de 400.000 t/año, y otros, todavía en proyecto, como el de Asturias, con una capacidad de tratamiento de 422.000 t/año, o la propuesta de construcción de 3 ó 4 incineradoras recogida en la revisión del Plan de Residuos de la Comunidad Valenciana. La puesta en marcha de estos proyectos supondría duplicar la capacidad actual de incineración de residuos urbanos.

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Estos proyectos han ido apareciendo a la vez que la Unión Europea revisaba su política de residuos y aprobaba la nueva Directiva Marco de Residuos. Para evitar que en la práctica se apueste por la incineración en lugar del reciclaje para un volumen muy importante de residuos urbanos, el Ministerio de Medio Ambiente deberá asegurar en la transposición de la directiva que se mantenga la jerarquía según se recoge en la vigente Ley de Residuos, por ser más beneficiosa para la salud de las personas y el medio ambiente. Los Estados miembros pueden establecer una normativa más estricta desde el punto de vista de la protección ambiental que la que se recoge en las directivas europeas, que sólo son mínimos que hay que cumplir.

La incineración de residuos afecta a la salud y al medio ambiente, emite numerosos compuestos tóxicos, entre los que se encuentran metales pesados y compuestos orgánicos persistentes como las dioxinas y furanos. La incineración destruye recursos materiales que convierte en cenizas tóxicas, gases y líquidos contaminantes. Dificulta que se apliquen políticas avanzadas de reducción, reutilización y reciclaje, ya que para ser rentables necesitan una cantidad constante de residuos que quemar. Contribuyen al calentamiento global pues emiten gases de efecto invernadero. Son un derroche de energía, ya que la que se genera es muy baja si la comparamos con la que nos ahorraríamos reciclando los mismos materiales. Hay  muchas razones para considerar la incineración como una mala opción para la gestión de los residuos urbanos.

En estos momentos se está evaluando el establecimiento de una tasa al vertido de residuos con el argumento de evitar que residuos que podrían ser reciclables terminen en los vertederos. Si esta tasa no viene acompañada de otra a la incineración3 de residuos estaremos favoreciendo, una vez más, la incineración respecto a otras políticas de gestión, como la prevención, la reutilización y el reciclaje.

El papel que el Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino tiene que jugar en la transposición de la Directiva Marco de Residuos y en la aplicación y seguimiento de los planes de residuos junto con las comunidades autónomas para evitar estos problemas va a ser fundamental.

El continuo aumento en la generación de residuos urbanos, la deficiente gestión de los mismos, la casi ausencia de recogida selectiva de materia orgánica, la baja eficacia de las plantas de clasificación y unos objetivos de reutilización y reciclaje muy bajos, hacen que cada vez aumente más la fracción resto –lo que no se ha recuperado ni reciclado– que acaba en los vertederos o que se incinerará.

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Es necesario plantear una gestión de los residuos urbanos con objetivos de prevención, reutilización, reciclaje, biometanización y compostaje lo suficientemente exigentes que minimicen la cantidad de residuos a eliminar en vertederos o en incineradoras.

La oposición a los proyectos de incineración de residuos por parte de los ciudadanos y los movimientos sociales no es nuevo. Si, como parece, se pretende desviar una parte importante de los residuos urbanos a nuevas plantas de incineración, será necesaria una acción coordinada para manifestar nuestra oposición a un sistema de tratamiento de residuos incompatible con el objetivo de construir una sociedad del reciclaje y luchar contra el cambio climático, como se plantea la Unión Europea.

Jesús Pérez Gómez
jpgomez@istas.ccoo.es 

(1) Si estás interesado en conocer cómo la Unión Europea financia 18 instalaciones de incineración en Europa Central y del Este con fondos por valor de 1,2 billones de euros, visita la página www.bankwatch.org/billions/projects-2.html
(2) Aún sin contar con datos oficiales, estimamos una capacidad media por instalación de 350.000 t/año.

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