Contaminación en nuestra propia casa

Con el desarrollo de instrumentos analíticos sumamente sensibles y equipòs portatiles de vigilancia se han realizado estudios de campo a gran escala, proyectados para averiguar dónde y en que medida las personas se hallan expuestas a la agresividad potencial de diversas sustancias. Particularmente en EE.UU y promovidos por la EPA (Agencia de Protección Ambiental) se realizaron desde 1885 diversas investigaciones para conocer la contaminación en los domicilios privados. Los resultados fueron sumamente ilustrativos de la persistencia de los contaminantes durante largos periodos de tiempo en lugares considerados “seguros”, lejos del puesto de trabajo. En dos trabajos llevados a cabo en Jaksonville (Florida) y Springfield (Massachusetts) se halló que la concentración de plaguicidas en el aire de las estancias quintuplicaba, como mínimo, el contenido extramuros. Y, con gran sorpresa aparecieron residuos de insecticidas aprobados solamente para su utilización en campo abierto. Tales venenos entraron adheridos a las suelas de los zapatos o se infiltraron en forma de gas. El riesgo constituido por el Clorodano (eliminado en Norteamérica de los productos para uso doméstico en 1988) y otros plaguicidas contaminantes del aire doméstico superaba el derivado de la contaminación alimentaria. Plaguicidas que a la intemperie tardan pocos días en descomponerse, pueden durar años en las alfombras protegidos de la degradación causada por la luz solar y las bacterias. Esta persistencia queda patente en las mediciones de DDT (Diclorodifeniltricloroetano), prohibido desde 1972. Pese a los años transcurridos J. D. Bucley y David E. Camman encontraron DDT en 90 de las 362 viviendas examinadas en 1993. Además descubrieron que la concentración de siete hidrocarburos aromáticos policíclicos estaban por encima de los niveles que provocarían de oficio una investigación formal de riesgo para viviendas edificadas cerca de una zona de intensa emisión industrial. Se trata de compuestos orgánicos tóxicos que proceden de una combustión incompleta, causan cancer en animales y se supone que lo inducen en humanos. Se cifra en 3.000 los casos de cáncer producidos en los EE.UU por plaguicidas y compuestos orgánicos volátiles intradomésticos. No es menor, pues, su peligro que el del radón ( gas radiactivo natural que se infiltra por los cimientos de las viviendas) o el del humo que afecta al fumador pasivo.

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