Efectos sobre el empleo de la lucha contra el cambio climático

Como sabemos, en la primavera de 2001 el gobierno de EE.UU. decidió unilateralmente desligarse de los compromisos que impone el Protocolo de Kyoto para la reducción de gases de “efecto invernadero”. Uno de los argumentos aducidos es el impacto negativo que la lucha contra el cambio climático entrañaría para la economía y el empleo en EE.UU. ¿Qué hay de cierto en ello?.

Por ejemplo, se mencionan dos estudios del gobierno norteamericano sobre el impacto económico de las reducciones de emisiones, el primero de junio de 1996, el segundo de junio de 1997. Según éste último, podrían perderse hasta 900.000 empleos en el 2005 a causa de las políticas para mitigar el cambio climático (simplemente persiguiendo la estabilización de emisiones, en el 2010, en los niveles de 1990); el estudio anterior, de 1996, arrojaba cifras aún más sombrías. 1

¿IMPLICARÍA EL PROTOCOLO DE KYOTO PÉRDIDAS DE EMPLEO EN EE.UU.?

Pero estos estudios que llegan a conclusiones catastrofistas sobre el empleo en EE.UU. se basan en supuestos irreales. Están elaborados a partir de modelos input-output de la economía estadounidense, alimentados con información sobre un aumento súbito de los precios de la energía, que provocaría una rápida inflación, la retracción del poder de compra y la recesión económica (algo parecido al shock petrolífero de 1974). Estas simulaciones parten de la más grave de las situaciones hipotéticas y son estáticas, en el sentido de que no toman en cuenta ni los procesos de innovación tecnológica, ni los reajustes económicos y sociales, que tendrían lugar tras la adopción de medidas contra el cambio climático. Como escribe el sindicalista norteamericano Mike Wright: “Son el mismo tipo de estudios que se lanzan cada vez que se propone nueva legislación sobre salud laboral o medio ambiente; siempre muestran que el resultado será ruinoso, y las predicciones nunca resultan ciertas.”

Ahora bien: las políticas razonables de contención del cambio climático no consisten en someter a una economía a un shock energético por las buenas. Si los nuevos impuestos sobre los combustibles fósiles, pongamos por caso, se introducen paulatinamente –con una elevación gradual de los tipos impositivos a lo largo de un período razonable de tiempo, diez años por ejemplo, en un proceso conocido de antemano por todos los agentes económicos—y se toman medidas para “reciclar” la nueva recaudación fiscal –hay muchas posibilidades, entre otras reducir correlativamente otros tributos—, mientras que se pone en marcha un vigoroso programa de mejora de la eficiencia energética, no tiene por qué producirse un aumento de la factura energética para los agentes económicos, ni inflación, ni recesión alguna.

UNA POLÍTICA SENSATA CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO ES GANANCIA NETA DE EMPLEO, TAMBIÉN EN EE.UU.

En efecto, estudios basados en supuestos más realistas arrojan resultados nada catastróficos. En uno de ellos –Energy Innovations, de la Union of Concerned Scientists y otras organizaciones—, se compara el resultado de prolongar las tendencias actuales (“curso presente”) con un “curso de innovación” basado en el desarrollo de tecnologías limpias, energías renovables y eficiencia energética. En este último escenario, el consumo de energía primaria desciende un 15% en el 2010 (y un 42% en el 2030) con respecto al “curso presente”; el abastecimiento energético con renovables supone un 14% en el 2010 (y un 32% en el 2030); hay un ahorro neto de 530$ en la factura energética de cada unidad familiar, en promedio, en el 2010; la dependencia de los combustibles fósiles se reduce, desde el 85% actual, al 79% en el 2010 (y al 68% en el 2030); las emisiones de dióxido de carbono descienden en el 2010 un 10% por debajo de los niveles de 1990 (y un 45% en el 2030); y hay una ganancia neta de 800.000 empleos en el 2010. Además, se logran ahorros netos acumulados de 58.000 millones de $ en el 2010 (año en que la factura de importaciones de petróleo costaría 21.000 millones de $ menos que si siguieran las cosas como hasta ahora), e incluso un pequeño incremento del PIB (unos 3.000 millones de $) con respecto a la tendencia actual.

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Otro caso de sumo interés lo presenta la investigación de James Barrett (del Economic Policy Institute) y Andrew Hoerner (del Center for a Sustainable Economy)2, que modeliza a la economía estadounidense en 498 subsectores industriales (con tablas input-output), y supone que se aplica un sobreprecio de 50$ por tonelada de carbono emitido (ya mediante un impuesto, ya mediante un sistema de licencias de emisión negociable, y en cualquier caso con una carga fiscal equivalente sobre la electricidad de generación nuclear o con grandes embalses), mientras que simultáneamente se impulsa un programa de eficiencia energética y promoción de las energías renovables. Pues bien, el resultado de esta política para cumplir con el Protocolo de Kyoto sería una ganancia neta de 205.000 empleos en el año 2020 (se crearían cinco nuevos empleos por cada uno que se perdiera en sectores como la minería del carbón, o algunas industrias muy intensivas en energía). Con medidas específicas para proteger a los sectores sensibles, como ajustes fiscales en las fronteras (gravando con el impuesto energético las importaciones procedentes de países con una fiscalidad energética menor, y deduciéndolo de las exportaciones), o deducciones fiscales condicionadas al logro de objetivos de eficiencia energética, los resultados serían todavía mejores. El detalle de los impactos sobre el empleo se recoge en el cuadro 1.

Puede observarse que los efectos sobre el empleo son reducidos en comparación con el empleo total, aunque sin duda algunos sectores –como la minería del carbón—sufrirían impactos serios. Hay que observar que entre las industrias exportadoras de EE.UU., menos del 2% de los empleos se hallan en sectores intensivos en energía. Por otra parte, más de los dos tercios del comercio y las inversiones estadounidenses fluyen hacia países industrializados donde los precios de la energía ya son más elevados, y que están sometidos a obligaciones análogas a las de EE.UU. por el Protocolo de Kyoto.

En total se perderían 55.000 empleos: pero un subsidio de transición (de Transición Justa) de unos 103.000 $ por trabajador que perdiera su empleo supondría cada año menos del 1% de la nueva recaudación fiscal.

ALGUNOS ESTUDIOS EN LA UE

En un documento sobre “Equidad social y cambio climático”, la Confederación Europea de Sindicatos asume que existen ya estudios numerosos y rigurosos sobre los impactos en el empleo del cambio climático, y que prácticamente todos ellos apuntan a ganancias netas de empleo.3 Así, por ejemplo, el Consejo Austriaco sobre Cambio Climático estima que en Austria se crearán en los años próximos 12.200 empleos netos en sectores como la eficiencia energética, la cogeneración y las energías renovables. En Holanda, el Centro para la Conservación de Energía y las Tecnologías Ambientales pronostica 71.100 empleos netos (sobre todo en energía eólica, aislamiento de las edificaciones y mejoras de eficiencia energética). Para Alemania, los trabajos del Instituto Fraunhofer de Karlsruhe hacen prever entre 100.000 y 400.000 empleos netos nuevos si se emprende un plan ambicioso de reducción de emisiones.

Sólo en el ámbito de la climatización de edificios en Alemania, el gobierno federal de verdes y socialdemócratas aprobó a comienzos de 2001 un plan dotado con 2.000 millones de marcos de presupuesto, que se traducirá en un volumen de 10.000 millones de marcos en créditos a los propietarios que renueven su vivienda mejorando la eficiencia energética; se estima que ello asegurará o creará más de 15.000 empleos al año durante 5 años (sólo en el sector de la construcción).

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EL OBJETIVO EN ENERGÍAS RENOVABLES DE LA UE: 12% EN EL 2010

El Libro Blanco de las energías renovables, documento oficial aprobado por la Unión Europea en 1997, plantea el objetivo de duplicar la aportación de dichas fuentes energéticas (llegando a cubrir el 12% del consumo total de energía de la Unión Europea en el 2010).

España —pobre en recursos energéticos propios “convencionales” como el gas natural, petróleo, uranio...— ha asumido este objetivo con el Plan de Fomento de las Energías Renovables de 1999: pasar del actual 6% al 12% en el 2010. Para nuestro país, todo lo que sea sustituir importaciones de combustibles fósiles y uranio por aprovechamiento de recursos energéticos renovables con medios propios supondrá importantes ganancias de empleo, tanto directo como indirecto e inducido.

En toda la UE, la Comisión prevé la creación de medio millón de nuevos empleos en este sector hasta el año 2010. Es importante subrayar que se trata de creación neta de empleo (es decir, se han tenido en cuenta las pérdidas que podrían producirse en otros subsectores energéticos). Además, las nuevas exportaciones vinculadas al sector crearían otros 350.000 empleos en el 2010. En total, por tanto, 850.000 empleos.

Actualmente (año 2000) los empleos directos vinculados a las energías renovables en España se estiman en 12.000 (200.000 en toda la UE). El total de “empleos verdes” en España oscila en torno a 135.000 (datos de la Fundación Entorno), con fuerte crecimiento anual. De estos 12.000 empleos, 5.000 corresponden a la energía eólica, 4.000 a la biomasa, 1.500 a la solar térmica y otros 1.500 a la solar fotovoltaica.

Una estimación prudente de Emilio Menéndez (ISTAS) indica que cumplir con el objetivo del 12% en el 2010 supondría 50.000 empleos directos, que se doblarían al computar el empleo indirecto e inducido. La biomasa es el gran interrogante: su desarrollo intensivo en la UE podría crear más de un millón de empleos entre directos e inducidos. El modelo RIOT, por ejemplo, proporciona las cifras siguientes para el 2010: 200.000 empleos directos en residuos agrícolas, 150.000 en residuos forestales y 50.000 en cultivos energéticos.

UN IMPORTANTE TRABAJO DE SÍNTESIS PARA LA UE

En 1998 estaban disponibles al menos 22 investigaciones sobre cambio climático y empleo, 11 de las cuales relacionaban directamente las reducciones de emisiones carbónicas con aumentos o perdidas de empleo. Un importante trabajo de síntesis4 revisó y resumió estos 11 estudios de caso, en diferentes países de la UE, sobre efectos de empleo esperables de las medidas de reducción de emisiones de dióxido de carbono (reducción necesaria para mitigar el calentamiento climático debido al “efecto invernadero”). Todos los estudios, salvo uno, arrojan saldos netos positivos de empleo. La conclusión general (extrapolando a partir de ocho estudios) es que una reducción de emisiones de CO2 del 15% en el año 2010 (con respecto a los niveles de 1990) crearía en la UE 1’9 millones de empleos (saldo neto). Por tanto, podemos afirmar que en la UE la protección del clima es beneficiosa para el empleo.

Si las cosas se hacen razonablemente –reforma fiscal ecológica acompasada con una estrategia de eficiencia energética y de fomento de las renovables—, la política de contención del cambio climático, en países altamente industrializados como EE.UU. o los estados europeos, supondrá más bien ganancias económicas y de empleo que lo contrario. La conclusión de los expertos del grupo 3 del IPCC en su III Informe, hecho público en Accra (Ghana) el 6 de marzo de 2001, es precisamente que las emisiones de gases de efecto invernadero pueden reducirse de forma rentable con las tecnologías ya disponibles, a condición de que los gobiernos adopten las medidas políticas adecuadas.

NOTAS

  1. Otros documentos semejantes: CONSAD Research Corporation, “The Kyoto Protocol: a flawed treaty puts America at rusk”, CONSAD, Pittsburg 1998. Charles River Associates, “The post-Kyoto climate: impacts on the U.S. economy”, Charles River Associates ,Washington DC 1999.
  2. Véase James Barrett y Andrew Hoerner: “Making green policies pay off”, EPI Issue Brief 143, Economic Policy Institute, Washington, 21 de abril de 2000. Puede consultarse en www.epinet.org.
  3. Willy Buschak: “Social equity and climate change”, 7 de marzo de 1999. Puede consultarse en www.etuc.org
  4. Christine Lottje: Climate Change and Employment in the European Union. Climate Network Europe. Bruselas 1998.

Más información:

Jorge Riechmann
ISTAS-CC.OO.
C/ Modesto Lafuente 3, 3ºD
28010 Madrid
e-mail: jriechmann@istas.ccoo.es

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