Destacados especialistas analizaron las relaciones entre la ciencia y la tecnología y el medio ambiente

En los Cursos de Verano de El Escorial.

La ciencia y la tecnología, reorientadas, pueden contribuir a la sostenibilidad del planeta. Así lo pusieron de manifiesto los especialistas que durante la semana del 26 al 30 de julio, participaron en El Escorial en el curso “Ciencia, Tecnología y sustentabilidad”, organizados por ISTAS y CIMA (Científicos por el Medio Ambiente), en colaboración con la Universidad Complutense de Madrid y el CSIC.

Fue una semana de fructíferos debates. Contamos con la participación del biólogo Barry Commoner, venido desde Brooklyn (Nueva York) para compartir experiencias de toda una vida de investigación científica y lucha ecologista. Javier Echevarría, profesor del CSIC, ahondó en el concepto de tecnociencia. Los desarrollos sobre química verde fueron analizados por Carlos Estévez, del Instituto de Química Verde. Francisco Fernández Buey, catedrático de la Universidad Pompeu Frabra, reflexionó sobre la “tercera cultura”. Y Alicia Durán, investigadora del CSIC y Directora del Área de Ciencia y Tecnología de la Fundación 1º de Mayo, esbozó el programa de reorientación hacia la sustentabilidad de las políticas españolas de I+D. Pero hubo otras intervenciones notables y esclarecedoras, de científicos, ecologistas o periodistas.

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Durante los días del curso, fuera de las aulas, el mundo veía con miedo cómo el precio del barril de petróleo subía por encima de los cuarenta dólares, y todas las sirenas de alarma se disparaban: ¡inflación, desempleo, estancamiento, crisis! El dedo acusador señala hacia las torpezas más o menos criminales –la criminal guerra de Irak, el acoso de Putin contra la petrolera Yukos–, pero sobre todo hacia las “causas estructurales”: ¡el consumo en China y la India sube a medida que sustituyen algunas de sus bicicletas por automóviles! Es decir, a medida que hacen precisamente lo que nosotros –los especialistas en “desarrollo”– les hemos dicho qué hay que hacer.

Va acercándose el momento de decidir. No hay en este planeta espacio ambiental ni bienes ecológicos suficientes para que algunos cientos de millones de consumidores más se incorporen a nuestro “modelo de desarrollo”: éste es excluyente por definición. Ahora, una de dos: o cambiar este modelo –y entonces hace falta trabajar, producir y consumir de otra manera–, o desplegar y perfeccionar las estructuras de poder fascistas que in nuce ya existen, de manera que la raza de los señores domine sobre las razas de los esclavos dentro de un mundo congelado en desigualdades atroces. Tertium non datur.

Jorge Riechmann

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