La alternativa de las energías renovables

¿Qué modelo energético queremos?.

Las energías renovables son aquellas que provienen de fuentes energéticas consideradas inagotables: sol, viento, agua de los ríos, olas del mar y calor de la profundidad de la Tierra. Esta circunstancia las convierte en la solución idónea al problema de seguridad y dependencia energética –de un 50% para el conjunto europeo y de un 76.7% en el caso de España–. Dos problemas que, aunque conocidos desde hace tiempo, se han puesto de manifiesto especialmente en los últimos meses.

Las energías renovables tienen dos ventajas –medioambientales y sociales– frente a las convencionales. No contaminan, no producen residuos peligrosos, no contribuyen al efecto invernadero y el hecho de que su producción esté cerca de los centros de consumo evita las grandes infraestructuras dedicadas al transporte de energía. Entre las ventajas sociales, que pueden llegar a ser de carácter estratégico, las renovables favorecen la creación de empleo y contribuyen a fijar la población en zonas rurales.

Según datos del Ministerio de Industria, el 93.7% de la energía que se consume en España proviene principalmente de los combustibles fósiles - gas natural, carbón y petróleo- y, en menor medida, de la energía nuclear. El uso de los combustibles es el principal causante del cambio climático, cuyas consecuencias puede modificar –están modificando ya– la vida de varios millones de personas. Entre otros impactos, el calentamiento global es el responsable de algunas catástrofes meteorológicas recientes. Y el futuro que se augura puede agravarse.

Un modelo sin futuro

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El modelo energético basado en los combustibles fósiles, no tiene futuro. El petróleo está llegando a su fin y lo está haciendo a unos precios con graves impactos para la economía mundial. Aunque los expertos no se ponen de acuerdo en la fecha concreta, lo que está claro es que el petróleo se habrá agotado antes de las próximas cinco o seis décadas.

El fin del petróleo es también el fin de la sociedad tal y como la conocemos. Un ejemplo. El petróleo es la base de todo el transporte, por carretera, mar, aire e incluso, directa o indirectamente, por ferrocarril. Será necesario estudiar y plantear un sustituto a este combustible. Los biocombustiles –bioetanol y biodiésel– son una buena alternativa, aunque para que ésta sea real habrá que crear infraestructuras suficientes, formar al personal adecuadamente y, por último, acondicionar los puntos de distribución. Una de las ventajas técnicas con la que contamos en este caso es que los motores actuales de los coches están preparados para el uso de biodiésel sin mezcla y bioetanol mezclado con un porcentaje de gasolina. Por tanto, no se necesita ningún tipo de inversión individual para su uso.

Para descubrir el potencial de producción de las renovables en España, Greenpeace ha llevado a cabo un estudio junto al Instituto de Investigaciones Tecnológicas de la Universidad Pontificia de Comillas en el que se analiza el potencial de cada energía renovable (solar, eólica, olas, biomasa, hidráulica y geotérmica). El estudio concluye que se podría producir 10.36 veces la demanda energética peninsular.

Aunque aún no hay ningún estudio de este tipo a nivel mundial parece lógico pensar que, gracias a la diversidad de fuentes energéticas que precisan las renovables, sucederá algo parecido a escala global, cambiando tan solo el porcentaje que proviene de cada tipo de energía.

Las energías renovables, además, son un importante generador de empleo. El Gobierno prevé crear 95.000 empleos si se cumple el Plan de Fomento de las Energías Renovables, aprobado en 2005 y cuyo objetivo es cubrir con energías renovables el 12% del consumo total de energía en 2010.

El modelo de consumo basado en los combustibles fósiles es inviable, por tanto, no sólo porque estas fuentes de energía tienen una fecha de caducidad muy próxima sino porque sus efectos medioambientales pueden llegar a ser irreversibles. La energía nuclear, a pesar de que ahora muchos vean en ella la panacea para frenar el cambio climático, tampoco es la solución. La seguridad, los residuos y la dependencia del exterior siguen siendo tres inconvenientes de peso para descartarla. Es ineludible un cambio de modelo energético, que tendrá efectos positivos sobre el medio ambiente y en la creación de empleo.

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