La factura energética supone un importante rubro en la estructura de costes de las empresas.
En ciertos sectores, como los de refino y de los minerales no metálicos (cerámica, vidrio, etc), los costes energéticos suponen casi el 30% del valor añadido de bruto sectorial. Por tanto, la energía determina la viabilidad de la economía española.
Bulimia energética
La voracidad energética de la economía española en plena crisis es altísima. En 2010, con un crecimiento casi cero del PIB español, la intensidad primaria creció un 1,2% y la intensidad final un 2,4%. El consumo de energía primaria tuvo la siguiente composición: 47,3% petróleo, 23,5 % gas natural, 12,2% nuclear, 11,1% renovables y 6,4% carbón. El grado de autoabastecimiento en petróleo fue del 0,2%, en gas del 0,2% y de carbón el 40,7%. Quemamos sin tino. Y quemamos lo que importamos.
Estas cifras revelan la envergadura de la ineficiencia energética española y la fortísima dependencia importadora.
La elasticidad-renta de la demanda de los productos energéticos, la elasticidad-producto, las elasticidades de sustitución entre productos y la evolución de las importaciones energéticas en relación con los precios muestran rigidez y resistencias a adaptarse en la nueva coyuntura depresiva. Son inelásticas: las cantidades importadas evolucionan de manera menos que proporcional a los cambios en los precios relativos.
Este vector es uno de los más importantes para establecer indicadores de la competitividad económica.
Desequilibrio comercial
Las importaciones energéticas en 2007 representaron el 34% del déficit comercial total que alcanzó un saldo negativo de 100.000 millones de euros, equivalente al 10% del PIB. Durante 2008 y 2009, gracias al abaratamiento del petróleo y limitadamente a los efectos de la crisis, estas cifras bajaron. Pero la situación evolucionó negativamente.
En 2008 el barril Brent alcanzó el pico de 146,08 dólres, lo que supuso un precio de 93,07 euros por barril al cambio de 1,6 dólares por euro. Tres años más tarde, en 2011, con el barril Brent mucho más barato, a 120 dólores, en España lo pagamos a 91 euros por barril con un cambio de 1,32 dólares por euro. La bajada del precio en dólares no significó un abaratamiento proporcional euros; la depreciación de esta moneda fue del 12% en tres años.
En noviembre de 2011 las importaciones de crudo acumuladas en el año ascendían a 47.780 miles de toneladas y las de gas equivalían a 364.537 gigavatios hora. Las importaciones de productos energéticos se habían incrementado un 28,1% en términos interanuales. En el caso del crudo y derivados alcanzó un incremento del 29,6%. Por contra, las importaciones no energéticas crecieron tan sólo un 6,4%.
Las importaciones energéticas en 2010 representaron el 66% del déficit comercial, cuyo saldo global negativo se sitúo en torno a los 49.000 millones de uros. En los ocho primeros meses de 2011, la proporción permanecía.
La situación se agravará ya que el euro ha experimentado una depreciación de en torno al 6% respecto al dólar, situando su cambio alrededor de 1 euros por 1,38 dólar. El encarecimiento del crudo durante 2011, que en 2012 ya alcanza un promedio de 113,3 euros el barril Brent, provoca un saldo comercial negativo de 41.789 millones de euros en noviembre, por lo que las cifras consolidadas a 31 de diciembre probablemente se sitúen de nuevo en los 50.000 millones de euros.
Conviene relacionar los datos del déficit comercial también con las exportaciones. En 2011 experimentaron un incremento del 16,3% respecto a 2010, alcanzando la cifra de 197.482 millones de euros, mientras que el conjunto de las importaciones subieron menos, un 10,4%, alcanzando la cifra de 239.271 millones de euros.
Pese al déficit, el aumento de exportaciones palió en un 11% el déficit comercial total. El 85% del saldo comercial negativo procede del déficit energético. El déficit comercial por compras de petróleo se situaba en 39.853,2 millones de euros en la misma fecha. Ahí está la clave para controlar el déficit comercial.
Riesgos en el suministro
Analizando la procedencia de las importaciones españolas de crudo podemos observar el grado de afectación a los cambios geopolíticos del sistema energético de España. El origen de las importaciones de crudo en 2011 fue de: 15,5% Rusia, 14,8% Irán, 14,2% Arabia Saudí, 13,1% Nigeria, 11,3% México, 7,3% Irak y 2,25% Libia. Y el del gas natural: 37.7% Argelia, 19,9% Nigeria, 12,9% Qatar, 8,1% Noruega, 6,8 Trinidad y Tobago, 6,3 Egipto y 5,1% Perú.
El 48,4% del consumo energético de 2010 fue petróleo, frente a la media europea del 36,6%. En 2011, tras la crisis, intervención militar occidental y guerra en Libia, el crudo llegó a superar los 125 dólares por barril y el precio medio del de Brent alcanzó la cifra de 111,2 dólares y experimentó una tendencia alcista agravada por la crisis de relaciones de Israel, Estados Unidos y la UE con Irán.
Cada 10 dólares que se encarezca el barril de petróleo, el coste adicional será de 6.000 millones. Las estimaciones más realistas sitúan en 15 dólares la subida del precio promedio en 2012, ello supondría un sobrecoste de 9.000 millones de euros, cantidad cercana al 1% del PIB español. Tenemos un problema. Uno más. ¿O no?