Dejar de hacer el tonto

Ya no es tiempo de tener que demostrar nada. Las energías renovables no son energías de juguete para que se entretengan cuatro locos viendo cómo giran los molinos al viento o cómo el sol se transforma en electricidad cuando incide sobre unos paneles fotovoltaicos. Hace muchos años que esos cuatro locos dijeron que esa suerte de magia que son las renovables es cosa provechosa. Y durante décadas han tenido que demostrar que funcionan, que no son más caras que el carbón o las nucleares. Y que pueden aportar un alto porcentaje de la cesta energética.

Hoy, es el día en que muchos siguen a uvas, por interés o por desinformación. Pero todos los demás tendríamos que dejar ya de hacer el tonto. Los argumentos están sobre la mesa y sólo su enunciado se llevaría páginas enteras: somos completamente dependientes de la energía del exterior; el precio de esos recursos va y viene al capricho de gente que carece de sentido común; su creciente demanda los hará cada día más caros; las renovables son autóctonas y están siempre disponibles; la tecnología eólica es plenamente madura y en otros países como Dinamarca representa una parte importante de la producción eléctrica, sin que el sistema de distribución se haya hundido en el caos; en la soleada Alemania se ríen de nosotros por la cantidad de paneles fotovoltaicos que tenemos instalados; en países menos ricos que Alemania, como Grecia, también se ríen de nosotros por la cantidad de colectores solares térmicos que lucen nuestros edificios; en plena multiplicación de las ordenanzas solares municipales algunos promotores inmobiliarios piden a las empresas instaladoras de energía solar que monten los paneles “aunque no funcionen, el caso es cubrir el expediente”; Europa se sigue gastando una fortuna en mantener precios agrícolas que impiden la importación de productos desde países en vías de desarrollo mientras nadie es capaz de apostar con fuerza por los cultivos energéticos; Kioto empieza a plasmar sus exigencias y no cumplirlas puede salirnos muy caro, ambiental y económicamente caro;no faltan “cantamañanas” que siguen diciendo eso de que las energías renovables están subvencionadas cuando hay estudios, como el de la Agencia Europea de Medio Ambiente, que demuestra que los combustibles fósiles (sobre todo el carbón) y las nucleares reciben más ayudas que las renovables…¿Qué tal si dejamos de hacer el tonto?

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El momento parece propicio

Entre los que toman ahora las decisiones en nuestro país, y quienes les apoyan, hay una mayoría que parece dispuesta a tomar medidas para dar a las renovables todo el protagonismo. Hasta el punto de que, sin renunciar a esa diversificación que hoy por hoy es garantía de suministro, las renovables podrían convertirse en unos años en el pilar fundamental de nuestro sistema energético. El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) quiere elevar los objetivos marcados en el Plan de Fomento de las Energías Renovables, porque cinco años depués de su aprobación, ese Plan puede ser mucho más ambicioso. Seguro que sí. Es cuestión de creérselo y de poner los medios apropiados para sacarlo adelante. La seguridad del abastecimiento, la economía, el empleo y el medio ambiente saldrían ganando.

Luis Merino
Co-director de la revista “Energías Renovables”

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