Regulaciones versus invocaciones evangélicas para conseguir un sistema eléctrico sostenible

Hasta ahora sólo ha existido una preocupación en los responsables políticos del sistema: garantizar el suministro eléctrico. No les han dolido prendas para conseguir ese objetivo y han aceptado todo tipo de peticiones del lobby eléctrico, que es tanto como decir, la "crema" de los poderosos económicos.

Así, aceptaron, y se inventaron los costes de transición a la competencia, se modificó el mercado regulado por otro marginalista (el coste mas alto de generación de kWh, marca las retribuciones a todos los kwh), y entre otras dádivas se regalan también las asignaciones de emisiones en la puesta a punto del mercado de emisiones de gases de efecto invernadero.

Nada, con tal de generar más, y más GWh, negocios boyantes para los accionistas, no les ha importado arrumbar en el baúl de los recuerdos las políticas de gestión de demanda. Todas aquellas actuaciones que están dirigidas a conseguir reducir los niveles de consumo eléctrico, sin merma del bienestar de las familias o viabilidad empresarial, han sido las menos practicadas y apoyadas por las diferentes administraciones energéticas de los últimos quince años.

La miopía, el interés electoral, o las cortas miras estratégicas de los partidos gobernantes, pueden explicar que queden satisfechos con asegurar el suministro eléctrico. ¿De qué serviría satisfacer hoy la demanda eléctrica si el próximo ejercicio dicha posibilidad es inexistente porque no cabe reproducir ni disponer de combustibles o de seguridad en el suministro a precios razonables? Y la sostenibilidad, es decir, la mejora continua en los procedimientos de generación de energía eléctrica; sólo es posible enfrentarla desde la búsqueda recurrente de la eficiencia en las tecnologías utilizadas.

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Poco se ha analizado la evolución de las inversiones en I+D+i tras el intenso y ya lejano proceso de privatización de la generación/transporte/distribución de la energía eléctrica, y merece la pena, y en especial, respecto de las empresas eléctricas españolas, y la sostenibilidad/ eficiencia del mismo. En este escenario, la investigación energética, el flujo de recursos asignados a desarrollar actividades continuas y recurrentes de I+D+i, aparece como una herramienta muy potente, junto a las políticas orientadas hacia la gestión de la demanda, para ampliar, en el medio y largo plazo, los márgenes de sostenibilidad energética, facilitando al mercado sistemas más eficientes, robustos y amigables con el medio ambiente. Las sinergias entre inversión en I+D y sostenibilidad energética han sido resaltadas de forma insistente desde hace décadas. Pero las políticas energéticas gubernamentales no pasan, al menos en las últimas décadas, de meras invocaciones evangélicas, que no se sostienen en regulaciones indicativas, y programadamente obligatorias para las eléctricas, y los grandes empresas consumidoras de energía eléctrica: cementeras, siderúrgicas...

No basta con evangelizar a las patronales sobre las bondades de la sostenibilidad y la inversión en I+D+i, estimulándolas con ayudas/subvenciones para que lo hagan. Ese camino se ha recorrido durante los últimos 15 años, y se ha demostrado incapaz de estimular a las compañías eléctricas en la búsqueda de la eficacia, esto es, en la aplicación de recursos a la financiación estable de actividades de I+D+i.

Es más, los incentivos fiscales a la inversión en I+D+i. una petición recurrente de las plataformas empresariales (CEOE, UNESA, Cepyme,...), han alcanzado en España niveles de generosidad incomparables entre la economías de la OCDE. Muestras concluyentes de que así es las encontramos en las afirmación de Fernández de Labastida (secretario general de Política Científica y Tecnológica del Ministerio de Ciencia e Innovación), que declara: "los incentivos fiscales para la actividad en I+D son de los mejores en el ámbito europeo y el Gobierno ha aprobado su extensión hasta más allá de 2012" (Fuente: Madri+d. Expansión.11.5.09). O también:" Efectivamente, el marco fiscal español de apoyo a la I+D+i está reconocido por la patronal europea (UNICE) como el mejor de la OCDE". (A.M.Sanchez. Dtra.AIDIT. Madri+d. Mayo 2003)

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Se nos congela la "sonrisa" cuando tras una década de liberalización de las conductas de las eléctricas respecto de los esfuerzos que deberían dedicar a I+D+i, el Club Español de la Energía concluye, en su Primer Análisis del Estado de la Innovación en el Área de las Tecnologías Energéticas en España (Mayo 2009), que: "en el campo de la energía, la inversión en I+D+i de la UE, en particular la de España, dista mucho del porcentaje que dedican países como Japón -0,08% del PIB-, con especial incidencia, en el caso español, en el sector privado, cuya inversión en I+D+i es inferior a la de décadas pasadas, a pesar de encontrarnos con sectores de energías renovables pioneros en tecnología -eólico, solar de concentración- y otros, como el fotovoltaico, con un buen grado de desarrollo." Y prosigue: "...entre las nuevas fuentes que podrían citarse como elementos para contribuir a la obtención sostenida de recursos necesarios para el nuevo impulso que requiere la I+D+i energética están: la aplicación de parte de los fondos obtenidos en la subasta de los derechos de emisión de CO2, a partir de 2013; la aplicación de un porcentaje del precio final del producto energético que paga el consumidor al desarrollo de tecnologías energéticas,..."

El sistema PIE-OCIDE, vigente desde 1982 a 1996, es valorado una década después de su eliminación, -al menos por el Club Español de la Energía- como el procedimiento mas eficaz, y respetuoso con la iniciativa privada, para conseguir un flujo continuo de inversiones en el sector que lo hagan tendencialmente mas eficiente, y por ello sostenible. Ahora sólo queda que la izquierda gobernante sustituya sus invocaciones evangélicas por regulaciones sectoriales que alcancen a movilizar los modelos de negocio de las compañías eléctricas, exclusivamente obsesionadas con el beneficio corto, hacia objetivos de rentabilidad sostenida.

A la vista de los nulos resultados de las políticas de "evangelización" de las eléctricas a favor de la inversión en I+D+i: basadas en la libertad total para repartir todos los beneficios de las eléctricas (o gastarlos en juegos de inversión o fusiones), y en una montaña de subvenciones, y créditos reembolsables (que no están siendo reembolsados en plazo), creemos que es hora de considerar la puesta en marcha de regulaciones que incorporen nuevas dotaciones para reservas tecnológicas, corrigiendo la actual situación, que descarga el coste de las nuevas inversiones en las compañías eólicas, o solares. Las eléctricas no deberían poder repartir dividendos por encima de un porcentaje de los beneficios obtenidos, mientras no alcanzasen los ratios de inversión en I+D+i, o en cuotas de kwh/verdes.

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Todas estas medidas corregirían la tasa de "beneficio retenido o reinvertido" y lo canalizarían hacia actividades que mejorarían la eficacia, y la sostenibilidad del sistema, a través de las inversiones de las eléctricas en potentes y dotados departamentos de I+D+i.

Eduardo Gutiérrez
Gabinete Interfederal. C.S.de CCOO. eduardo.gutierrez@gabinter.ccoo.es

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